domingo, 18 de septiembre de 2011

Problemas

Hola!

Ya sé que muchas quereis que siga con la hitoria, pero es que he tenido un pequeño problema: el ordenador donde escribía ha pasado a mejor vida, y en él tenía una gran parte escrita, así que la he perdido de momento.

Por lo cual, y debido al estres de la uni y todo eso, no voy a poder publicar nada en un tiempo. No sé cuanto será, o si podré seguir con el blog. Lo siento mucho, tengo 92 seguidores, y me daría mucha pena perderlos... pero no puedo hacer otra cosa.

Dejaré el blog abierto y podreis seguir comentando. En la derecha teneis mi formspring, en el cual me podeis preguntar lo que querais y yo contestaré encantada. Si quereis enviarme un correo, mi dirección es: airplane93@hotmail.es
Siento todo esto, en serio, pero es la única alternativa posible.

Iré escribiendo poco a poco, pero con los estudios va a ser difícil.
Gracias por todo vuestro apoyo! :)

lunes, 15 de agosto de 2011

Capítulo 18

-Tayla, cielo, ¿ya has vuelto?-gritó mi madre desde una habitación.
-Sí-respondí, desviando mi mirada del cuadro y dirigiéndola hacia la procedencia de la voz.
-¿Qué tal el pueblo? ¿Verdad que es más bonito ahora que lo conoces?
-Precioso-contesté, en voz baja.
-¿Algo interesante?
-Algo... poca cosa.-contesté, pensando en Lucas.
-Me alegro, cariño. Por cierto, ha llegado una carta, tienes que ir a matricularte al colegio, empiezas en tres días.
-¡Genial!-dije, con falsa alegría.
Volví a mi habitación y cerré la puerta tras de mí. Por arte de magia, mi antiguo escritorio estaba situado al lado de la ventana y cerca del gran balcón. Bueno, no estaba segura de que fuese mi antigua mesa, juraría que había pegado un montón de pegatinas de colores cuando era pequeña, y ahora... no había ni una, ni un mísero rastro del pegamento que se solía quedar cuando las arrancabas, ni un triste trozo de papel... Examiné minuciosamente todo el mueble, palpándolo con las manos, en busca de algo que fuese de mi antigua mesa, pero nada. Entonces recordé, que dos meses después de la desaparición de mi hermano, grabé, con las llaves de mi diario para no olvidarle, su nombre bajo la mesa, si estaba ahí, sería una prueba de que esa era la mesa en la cual me había pasado largas horas estudiando y... no estudiando. Mi padre no podría haber lijado la mesa para borrar toda evidencia de la antigüedad de mi mesa, y, de todas formas, ver el nombre de mi hermano habría supuesto un golpe bajo para él, así que, conociéndole, no hubiese lijado la parte baja del escritorio.
Tuve que separar la mesa de la pared para buscar el grabado. No me acordaba que pesaba tanto, claro, en mi antigua habitación la mesa no estaba totalmente pegada a la pared, así que podía acceder a la parte de atrás con facilidad. Cuando conseguí separar un poco la mesa, cogí mi móvil para alumbrar la parte de abajo y poder ver si estaba lo que buscaba. Para mi sorpresa, ahí estaba el nombre de mi hermano grabado torpemente, con la caligrafía de una niña de siete años.
Pasé mi mano por cada letra, hacía tiempo que no me había permitido el pensar en él, contradiciendo el motivo de la grabación que estaba palpando. Me obligué a olvidarle casi por completo de cómo era él, su voz, su color de ojos... todo. Por algún motivo, el olvido me hacía más daño, pero era un dolor más llevadero que el que sentía al recordarlo.
Decidí dejar de pensar en él, ya que empezaba mis ojos más húmedos que de costumbre, estaba segura que, de mirarme en un espejo, mis ojos estarían más vidriosos. Pasé el dorso de mi mano por mis ojos evitando que dos lágrimas cayesen por mis mejillas hasta el suelo. Para distraerme, empecé a abrir algunas cajas que tenía cerca de mí. La primera que escogí contenía la mayoría de mis camisetas de verano, las cuales, estudiado el clima de la zona donde estaba situado el pueblo, las iba a utilizar con excesiva frecuencia. Recogí las camisetas dobladas y las coloqué en la estantería de debajo, donde las tenía más a mano. Las puse de acuerdo a mis gustos, las que más me ponía, es decir, mis favoritas, estaban situadas arriba de todas, y más abajo, aquellas que sólo llevaba cuando las demás estaban sucias o lavando.
Las siguientes caja contenía mis pantalones, largos y cortos, que colgué en las perchas, también respetando el orden de mis preferencias: todos los pantalones vaqueros claros iban los primeros, seguidos de los vaqueros más oscuros y de los que no eran vaqueros, estos en un orden sin importancia para mí. Las demás cajas tenían en su interior mis zapatos, calcetines y ropa interior, que fui depositando en los cajones sin importarme en cual estaban, ya tendría mucho tiempo para memorizar donde estaba cada cosa.
Las últimas cajas que estaban en mi habitación tenían cosas más íntimas y personales, como mis álbumes de fotos, donde estaban la mayoría de mis recuerdos, personalizados con frases que mis amigas y yo habíamos escrito en bromas: muchas de ellas eran comentarios sobre las caras con las que salíamos en las fotos, otras, eran cosas que habíamos dicho en algún momento y que nos había hecho gracia. Estaban escritas en colores muy chillones, y con varios tipos de letras. Había un álbum que especialmente llamaba mi atención, me lo regalaron mis amigas antes de mudarme, en él estaba mi nombre escrito en varios colores y a relieve. Lo había mirado varias veces, y ya casi sabía dónde estaba cada frase, pero aún así, lo abrí y empecé a mirarlo: en la primera página aparecíamos las cinco del grupo principal, normalmente éramos sólo nosotras, pero había ocasiones en las que alguna amiga o conocida de una de nosotras se unía. Estábamos sonriendo todas, recuerdo ese día, habíamos ido a un monte a pasar el cumpleaños de Alice, que por una vez, quiso ir a hacer algo tranquilo y no ir de fiesta. En ese momento estábamos todas riéndonos, porque Ann parecía no haber puesto el disparo automático, pero la luz roja seguía parpadeando, y por si acaso todas poníamos nuestras mejores caras para no salir desprevenidas. Fue uno de los días en los que mejor nos lo pasamos. Cuando pasé a la siguiente página me descubrí a mí misma riéndome de mis propios recuerdos.
Cuando todas las cajas estaban en su sitio, me senté en el escritorio y saqué un libro que hacía tiempo que dejé de leer, nunca conseguía terminarlo, me parecía terriblemente aburrido, pero me había prometido a mí misma leerlo, ya que era uno de los favoritos de mi madre, y la mayoría de sus comentarios estaban basados en la novela. Así que decidí empezar por donde lo había dejado... la... segunda hoja. ¿Sólo había conseguido leer dos hojas? Y ni siquiera me acordaba de ellas. Bueno, como siempre hacía, pasé las hojas y elegí la opción más fácil, dejarlo para el día siguiente.
-¡Tayla, la comida!-gritó mi madre desde lo que supuse que era la cocina.
¿Comida? Creo que era lo mejor que había oído en mucho tiempo

viernes, 5 de agosto de 2011

Concurso

¡Ey!
Lo prometido, es deuda. He llegado a las 3000 visitas en mi blog, así que toca hacer algo especial, ¿y qué mejor forma que haciendo un concurso de relatos cortos?

Hago esto, porque yo creo que así nos beneficiamos todos, se encuentran buen@s escritores/as, y si hay alguno que aún no se ha dado a conocer, con esto puede obtener más publicidad para llegar a más gente.

Bueno, no voy a poner muchas bases, pero sí algunas, ¿vale?
-El relato no puede superar las 4 páginas en Word.
-Se pueden incluir fotos y lo que se quiera, pero no para hacer bulto.
-El tema es libre: podeis escribir sobre lo que querais.
-Acordaos de seguir mi blog, que me haría mucha ilu ^.^

Se premiará básicamente la originalidad, ser capaces de contar una historia bien. Me da igual que el/la protagonista sea una persona, un perro o incluso una gota de agua, pero que sea original, algo no visto.

Tengo que saber quienes sois, así que o me dejais un comentario en el blog con vuestro blog, o me mandais un privado a mi tuenti (kristal Airplane Blog), pero haced eso, porfa, que si no, no sé quienes sois o cuantos vais a participar.

El relato lo teneis que mandar a: airplane93@hotmail.es, aprovecho para deciros que también me podeis mandar vuestras dudas a mi formspring (http://www.formspring.me/airplane1993).

Ahora, lo que a tod@s os interesa: los premios, jaja. Bueno, no sé cuantas personas participarán, pero espero que muchas, así que, en un principio de entre todos los relatos, elegiré a los tres mejores. Quizá haga una votación para ver cual es el mejor, o no, no lo sé aún.
Los premios serán:
1º premio: Permanecerá dos semanas en la parte derecha de mi blog, para que todos puedan ver que ha ganado. También escribiré una pequeña opinión sobre ese blog y lo tendré en el estado una semana y en el tablón del tuenti junto con los otros dos ganadores.
2º premio: Permanecerá una semana en la parte derecha de mi blog, para que todos puedan ver que ha obtenido el segundo puesto. Escribiré, también, una pequeña opinión sobre el blog y lo tendré en el tablón del tuenti junto con los otros dos ganadores.
3º premio: Permanecerá tres días en la parte derecha de mi blog, para que todos puedan ver que ha quedado tercero. Escribiré, también, una pequeña opinión (más breve que las anteriores) sobre el blog y lo tendré en el tablón del tuenti junto con los otros dos ganadores.

Aclaro que puede haber más de tres ganadores en caso de que no pueda decidirme. De todas formas, todos los relatos serán públicados en la pestaña de "Publicaciones de otros autores".

La fecha límite para enviarlos es el 14 de agosto a las doce de la noche.

Sin más, muchas gracias por pasar por el blog, y mucha suerte! :)

miércoles, 27 de julio de 2011

Capítulo 17

-Vas por el pueblo como su fueses su dueño.
-Tayla, no tengo amigos, mis padres nunca están aquí. ¿Qué crees que puedo hacer? Doy vueltas por Herecrich todos los días intentando encontrar algún sitio, alguna cosa que se me haya pasado por alto, que aún no conozca.
-Algo nuevo-comprendí.
Ahora lo entendía. La vida de Lucas debía ser un infierno, todos los días solo, sin poder llamar a ningún amigo al carecer de ellos. Era obvio que quisiese que alguien le prestase atención, o quizá, también algo de cariño y comprensión. Pero, ¿cómo sus padres se habían olvidado de él? ¿Cómo unos padres se olvidan de su propio hijo?
-Y apareces tú, una persona nueva que no es sosa, ni viste completamente de colores oscuros-dijo, mirando mi ropa de arriba abajo- y por un momento creí que podría conocer a alguien nuevo y pasármelo bien por un día.
-¿Tus padres...?-comencé a preguntar.
-Se desplazan continuamente. Nunca permanecen en un lugar más de seis meses-dicho esto, bajó su cabeza, como si sus zapatos fuesen lo más interesante en ese momento.
-¿Y no tienes ningún otro familiar con quien pasar el verano?
Lucas levantó su mirada, pero no la fijó en mí, en cambio, miró al cielo, en concreto, a una gran nube que se alzaba sobre nosotros. No parecía estar cargada de agua; era totalmente blanca y esponjosa, por lo menos a la vista. Deseé poder estar ahí arriba, sin preocupaciones.
-Mi padre... no es muy bien recibido en mi familia materna, y lo mismo ocurre con mi madre. Ambos son muy diferentes, aunque se quieren-confesó.
Por un momento, me pregunté qué pasaría si mis padres nunca estuviesen conmigo. Sin duda, sería algo raro: no escuchar los gritos de mi madre por la mañana al entrar a mi habitación, ni la ironía de mi padre, ni como me dejaban, “sin querer”, en ridículo delante de mis amigas.
Pero, pese a todo eso, lo echaría de menos: los gritos de mi madre se habían convertido en mi despertador personal, y eran bastante efectivos, la verdad, en cuanto escuchaba a mi madre, me levantaba sin pensarlo. La ironía de mi padre hacia mí hacía que nos peleásemos de forma amistosa, y podía soltarme, sin rencores después. Y esas veces en las que mis padres mostraban fotos mías vergonzosas... bueno, eran mis padres, y no lo hacían a malas, aunque yo me enfadase muchísimo cada vez que sacaban el tema.
-Pero tú... ¿no debería ser diferente contigo? Quiero decir, por muy mal que se lleven, tú eres su nieto, sobrino, primo...
-Ellos ya tienen bastantes nietos, sobrinos y primos. Además, cuando yo nací, mis abuelos, los cuatro, dejaron clara su postura. Yo era, para ellos, como una señal de mis padres hacia ellos de que lo suyo iba en serio, que no iban a estar separados, y eso les sentó como una patada en el estómago.
-Pues vaya...
De repente, sentí unas ganas increíbles de ir a ver a mi madre y abrazarla. A pesar de no haber discutido con ella, y de que ella ignorase que yo estaba enfadada, sólo quería pedirla perdón e irme a mi habitación a deshacer las maletas.
Lucas pareció comprender:
-Ve todo recto-me indicó con la mano- hasta llegar a la calle 13, gira a la izquierda y continua recto, en seguida verás una casa familiar.
-Gracias. Oye, lo que te he dicho, lo de estar desesperado y todo eso...
-No tiene importancia. De alguna forma, me ha gustado que alguien me diga lo que no quiero oír. Es agradable.
En ese momento, Lucky se acercó a su dueño, reclamando su atención. Este se dio cuenta, se agachó y le acarició la cabeza.
-Yo también debería irme a casa. Recuerda: Recto, 13, izquierda y recto-dijo, a modo de recordatorio.
-Gracias, de nuevo.
-Un placer, señorita.
Y se inclinó, imitando el gesto de un señor de los años 60 quitándose el sombrero. Parecía hasta un chico formal cuando le daban esos puntos. Se alejó corriendo y gritó:
-Recuerda, te quedan pocos días de libertad, Campanilla.
Y desapareció al doblar una esquina.
Yo seguí sus instrucciones. Estuve andando unos minutos hasta que vi que tenía tres opciones a elegir: continuar recto en la misma calle, la número 2, girar a la derecha e ir a la calle 10, cuya desembocadura desconocía y la que Lucas me había indicado, la 13. Opté por seguir sus indicaciones y dejar la exploración para otro día, en el que quizá llevaría un bikini en condiciones y, a lo mejor, un bocata y una botella de “nestea”.
Cuando torcí hacia la calle 13, vi el número escrito en una placa con un fondo negro y las letras doradas. Este pequeño detalle le daba un aspecto de elegancia a la pared perfectamente cuidada.
<> Pensaba para recordar lo que tenía que hacer al ver que podía girar a la derecha a la calle 7. Ignorando el descubrimiento de un parque, en el cual no había ni un triste niño, continué sin girar durante un par de minutos hasta que pude avistar un tejado de un color azul cielo. Sonreí para mí. Por lo menos Lucas no me había engañado para que me perdiese.
Tuve que andar hacia la derecha para encontrar la entrada a mi casa. Descubrí que al lado de la puerta estaba un pequeño letrero que ponía, sobre un fondo negro y con letras doradas, 13.6. Eso significaba que por lo menos otras cinco familias aparte de nosotros vivían en la misma calle. A lo ser que hubiesen sub-dividido todo, y también hubiese casas con un 13.2.1 o algo por el estilo...
Finalmente, encontré la puerta del jardín, en el cual mamá ya había plantado sus flores, de distintos colores. ¡Por fin un detalle que me recordaba a mi antiguo hogar! Las había de muchos colores, como a mí me gustaba.
Entré en casa con cuidado de no pisar ninguna caja de cartón de las muchas que estaban tiradas en la hierba. Cuando pasé al pasillo, descubrí que en la pared alguien había colgado varias imágenes nuestras, incluida una en la que aparecíamos los cuatro: mi padre, mi madre, mi hermano y yo.
Mi hermano tenía nueve años cuando desapareció, yo tenía siete. Recuerdo aquel día como si lo hubiese repetido mil veces: era verano, y hacía mucho calor, mamá se había quedado sin verduras, y quería hacer una ensalada, así que mandó a mi hermano al supermercado para comprar algunas cosas. Salió de casa revolviéndome el pelo, como siempre hacía, y diciéndome que era su brujilla favorita. Luego... no volvió.
Los policías dijeron que fue él quien se escapó, pero yo no lo creo. Alguien le obligó a irse, yo lo sé; él nunca se iría, no, no me dejaría sola.
En una cinta que grabaron las cámaras de seguridad de un banco se podía observar cómo mi hermano se fue en dirección contraria a nuestra casa.
Le dieron por muerto tres meses después de su desaparición; cuando encontraron sus ropas en un llano a unos cinco kilómetros del supermercado. No tenían evidencia alguna de su muerte, pero aún así, eso fue lo que nos dijo el policía encargado del caso.
Yo, sin embargo, nunca me llegué a creer que había muerto, y cuando íbamos a algún sitio de vacaciones, observaba con minuciosa atención para ver si me encontraba con él o con un mínimo rastro que me indicase el camino a seguir para llegar a él. Nunca lo encontré. Mis padres, por el contrario, desistieron rápidamente; en cuanto el policía les dijo que le habían dado por muerto, las esperanzas de mis padres murieron también.
Cogí el marco y me fui a donde estaba mi habitación mirando continuamente la sonrisa de mi hermano. Un niño lleno de ilusiones y esperanzas arrebatadas.

viernes, 15 de julio de 2011

:)

¡Hola!

Para empezar, ya, ya sé que estos días, he estado un poquillo a mis cosas y he dejado desatendido el blog, pero en serio, he estado liadísima con unos exámenes que tenía que aprobar, y que por suerte, ya lo están.

Continuo con la historia de El reflejo del agua, no la he abandonado y no pienso hacerlo, el problema es que tengo muy poco escrito, y hay que escribir un poquillo más para tener de reserva, no sé como explicarlo, pero bueno.

También queria decir, que si quereis enviarme alguna historia, foto, frase... que querais que publique, ¡hacedlo!(airplane93@hotmail.es). El objetivo de este blog es intentar hacernos ver, poder llegar a más y más gente cada día. Algunos querreis quejaros de cosas, y otros sólo decir lo que llevais dentro, recordad, todo está permitido,¿ok? Siempre que tengamos buenas intenciones.

Intentaré subir un capítulo el lunes, pero no prometo nada. Aunque estoy deseando que me digais que os parece la historia, así que procuraré escribir lo antes posible un capítulo que merezca la pena.

Bueno, sé que no tengo muchos seguidores, así que, si podeis pasar este blog a las personas que creais que se van a interesar por él, me hariais un gran, gran favor, en serio. Sé que mucha gente quiere lo mismo, y que algun@s de vosotr@s también teneis blogs donde os expresais libremente, pero me haría muchísima ilusión tener nuevas personas que lean mis historia y las comenten.

Por cierto, para hacer lo de que me envieis algunas cosillas (espero que esta idea tenga éxito dado que tod@s queremos darnos a conocer), me gustaría adaptar mi blog a ello, así que si alguien sabe de informática o de blogs mucho, por favor, se agradecería su ayuda. Quiero poner como... pestañas para que estén separadas las cosas que me envieis y mi historia. :)

Bueno, esto es todo lo que queria decir, creo, así que, me despido. Besos y gracias por deteneros en mi blog.

viernes, 24 de junio de 2011

Capítulo 16

Ey, ey, ey!!!!
Siento haber tardado tanto, la verdad, estoy liadísima y se me va la cabeza. Bueno, a lo que iba... este capítulo no es muy largo, entre otras causas porque lo reescribí de nuevo ya que no me convencía demasiado... así que... lo siento, pero es todo lo que tengo. Me vais a tener que perdonar si hasta julio no publico algo, pero en cuanto pasen unos días, estaré totalmente libre!
Por cierto, muchas veces he pensado en hacer algo así como... no sé, cosas distintas... usar este blog no sólo para que leais mi historia (cosa que me encanta), sino para, también, enseñaros otras cositas. Os mantendré informad@s!
Gracias, en serio, por entrar en mi página, recordad que con los comentarios se mejora! No os voy a comer ni nada, acepto las críticas ;D
Os dejo mi página de preguntas, aunque la teneis a la derecha: http://www.formspring.me/airplane1993
Sentiros libres de preguntarme lo que querais, si¿?
Un beso, os dejo con el capítulo 16.

----------------------------------------------------------------------

Genial. Ni me había fijado en la numeración de mi calle.
Empecé a pasear mientras me ponía mi camiseta azul, tuve que pararme para ponerme los zapatos, me apoyé en una farola grisácea, justo en frente de esta, otra farola aparecía, de forma totalmente simétrica. Era una perfección obsesiva.
Un perro corrió atravesando la calle, lo reconocí, era Lucky, la mascota de Lucas. Seguramente se habría perdido, como yo, normal, con estas calles, todas iguales, ¡quién se iba a aclarar!
-Lucky, vuelve aquí.
“Oh, oh...” pensé. La voz de Lucas se acercaba junto con sus pasos, seguía repitiendo la frase sin resultado alguno, ya que el canino no retrocedía, solo se paraba para ver si su dueño iba por detrás y continuaba corriendo.
Pude ver a Lucas cuando cruzó la esquina. Llevaba puestos los pantalones y los zapatos, pero la camiseta la llevaba apoyada en un hombro. Su cabello estaba todavía húmedo y un ricillo rebelde caía en su frente, haciéndole parecer más pequeño e inocente... ¡Inocente! Después de hablar con Alex esa palabra era la última con la que le describiría. Me había mentido, si había conocido a Alex hace cuatro años, eso supondría que este tendría catorce, ¿Con catorce años...? No. Imposible. Eran unos bebés. O Alex me había mentido, o esos dos se habían conocido hace menos años seguro.
Decidí no mirarle, solté el pelo recogido con la esperanza de que no me reconociese. Era lo que hacía en clase para que no me preguntasen la lección, y la mayoría de las veces funcionaba, salvo con mi profesor de lenguaje, que me tenía fichada desde el día que le corregí en clase cuando me estaba gritando por, en su opinión, no saber la respuesta correcta.
-¡Tayla!-gritó Lucas alegremente- Tenemos que hablar.
-No sé de qué-contesté, haciendo el amago de seguir adelante, pero Lucas fue más rápido, me cogió por el brazo y me impulsó hacia él. Intenté resistirme, pero su fuerza superaba, y mucho, a la mía.
-Te he visto hablar con Alex-me acusó.
-¿Y? Tú no me monopolizas, puedo hablar con quien yo quiera.
-Dime que te ha dicho-exigió.
-Nada-hice una pausa y continué, mirándole fijamente a sus ojos verdes-solo me ha contado lo bien que os lo pasabais en el lago. Ya sabes, la pregunta de Byron sobre la descendencia tenía sus motivos-le recordé las palabras de Byron y repetí la pregunta-¿Tantas ganas tienes de tener descendencia, Lucas?
Me devolvió la mirada, estaba claramente enfadado. Me acercó aún más a él, empezaba a hacerme daño en el brazo pero no lo confesé.
-No pasó lo que crees.
-¿No? ¿Con cuantos años, Lucas? ¿Catorce? ¿Quince tal vez?-intenté adivinar.
-Dieciséis-confesó.
-Entonces la conociste el año pasado, no hace cuatro, como me habías contado.
-Sí-traté de zafarme de él, pero me retuvo-Tayla, escucha, no quería contártelo por que sabría lo que pensarías. Podemos... volver a empezar-comenzó a acercarse a mí, con intención de besarme de nuevo.
Alejé mi rostro del suyo. ¿Empezar de nuevo? Ok, pero no sin antes algunas respuestas.
-¿Es cierto lo que me dijo Alex?
-Depende de qué te dijo.
-¿Te has acostado con ella?-pregunté, azorada.
Respiró hondo y contestó:
-Una semana antes de empezar las clases, sí.
-¿Cuánto llevabais saliendo juntos?
-Apenas dos meses.
-¿Dos meses? Genial.
-No cometeré ese error dos veces, Tayla. Sé esperar, vamos, empecemos de nuevo. ¡Qué más da lo que digan Alex y Byron!
-¿Qué somos, Lucas?-levanté mis cejas retándole a contestar.
Una suave brisa removió mi cabello, Lucas lo puso de nuevo en su sitio con ternura.
-Te refieres a si somos novios, amigos, compañeros, vecinos...-afirmé con la cabeza- no tengo ni idea. Creemos nuestras propias reglas. Podemos ser amigos-propuso-Amigos con derecho a roce.
-¿Amigos con derecho a roce?-repetí- Estás de coña, ¿verdad?
-Yo...
-¡Estás totalmente desesperado¬!-grité, con una sonrisa en la cara.
-¡No! No lo estoy. Ellos... los tristes... te convertirán en una de ellos. ¿Por qué no disfrutar mientras podemos?-se encogió de hombros.
Empecé a caminar de nuevo enfadada. No sabía porqué le había besado, pero no era por amor, ni mucho menos. Quizá esas ganas de llevarle la contraria a Byron. Una declaración de rebeldía hacia este pueblo y sus personas que no había podido demostrar con mis padres.
Giré a la derecha, aunque todo continuaba siendo igual. Lucas me seguía, muy alejado de mí, pero estaba ahí. Podía oír a su perro. Intenté ignorarle con todas mis fuerzas, si tenía que estar dos horas dando vueltas hasta llegar a mi casa, lo haría. Y si él me seguía, bueno, pues bien por él, no me importaba.
-¿Hasta cuando me vas a ignorar, Tayla?
Continué mi camino sin mirar atrás, sabía que estaba sonriendo, lo sabía. Esa sonrisa irresistible.
Pensándolo bien, no entendía el porqué de el beso. Vale, sí, había estado bien, pero nada más. Lucas solo podía llegar a ser un amigo para mí, y ni eso. Ahora, cada vez que le viese, pensaría en el momento en el que nos besamos en el lago. ¡Ugg! ¡Qué frustrante!
-Te recuerdo que no he sido yo el que ha dado el primer paso para ese beso. Te intenté detener, recuérdalo.
¿Recordarlo? Sí, lo recordaba. Estúpida yo, que no le había escuchado. “No quiero que me beses en respuesta a Byron” Esa frase se repetía en mi cabeza todo el rato. ¿Por qué demonios la ignoraría? Si la hubiese escuchado nada de esto hubiese ocurrido.
-¡Vamos! Es obvio que no vas a encontrar tu casa, yo ya sé donde está. La he visto.
Esta vez no le ignoré. Pero mi enfado se vio reflejado en mi gesto cuando me giré hacia él. Lo supe al ver que retrocedía ante mi avance.
-¡Cállate! Sé hacer las cosas sola. Si me tiro dos días dando vueltas por este pueblucho infernal al que supongo que consideras hogar, lo haré, no necesito de tu ayuda.
-No tienes ni idea, Tayla. ¿Te crees que me gusta este pueblo? ¿Qué me siento como si fuese mi hogar?
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 14 de junio de 2011

Capítulo 15

Estaba temblando, no sabía si por el frío o porque acababa de estropear la relación con la única persona que podría ser mi amiga en Herecrich.
Corrí todo lo que pude hasta llegar a las escaleras sin fijarme que tenía todos los pies embarrados y algunas salpicaduras en las piernas. Me senté en una de las escaleras y, mientras sollozaba, recogí de nuevo mi pelo en un moño alto. Me recosté dejando que el sol me calentase la piel y, con suerte, borrase cualquier indicio de mi contacto con el agua y... con Lucas.
Estando al sol, todos los problemas me parecían menores. Cerré los ojos y mi imaginación voló, como solía hacer. ‘Una chica lista pero distraída’ decían mis profesores siempre. Cuando me quise dar cuenta, estaba pensando en mi querida playa, recordaba ese día a la perfección. Llevaba el pelo recogido en una coleta alta y el viento había arrancado unos pocos mechones de ella. Estaba encerando mi tabla de surf de la suerte, era azul con unas nubes pintadas. La arena me rozaba la parte baja de mis piernas; el neopreno era de verano, azul y negro, mi bikini favorito asomaba por el cuello, me lo regaló mi mejor amigo, Mike, mi Mikey.
Las olas eran perfectas, y, lo mejor de todo, apenas había algún surfista en la zona dedicada a la práctica de ese deporte. Cogí mi tabla y me lancé al agua. Estaba feliz, como siempre que hacía surf, me reía sin motivo, sin duda, de haber estado conmigo otra persona hubiese pensado que estaba loca.
Me gustaba ir a la zona derecha, nunca había nadie, aunque ese día, no había casi nadie en ninguna zona. Recordé estar remando para coger una ola, y después, solo había agua a mi alrededor, yo giraba sobre mí misma sin control, arrastrada por la fuerza de las olas, que me empujaron contra unas rocas que siempre evitaba al bucear por lo afiladas que estaban. Sentí como una de sus puntas se acercaba a mí y me acariciaba la espalda para luego clavarse en mi pierna izquierda. No sentí los cortes hasta que salí a la superficie, cogí aire y empecé a patalear para no volver a hundirme. Lo último que vi fue una lancha amarilla de salvamento dirigiéndose hacia donde yo estaba.
Cuando desperté estaba tumbada en una camilla con mis padres a ambos lados. La habitación era blanca con una amplia ventana con vistas a la playa que se veía lejana y borrosa. Siempre he odiado la blancura de de los hospitales, da la impresión de que mediante esa siniestra capa de color intentan ocultar las barbaridades que se han llegado a cometer, tantas imprudencias y errores sin castigo.
Desperté de mi sueño cuando escuché unos pasos acercándose. Lucas. Seguro que era él. ¿Qué sentido tenía seguir en el lago solo? Me puse los pantalones lo más rápido que pude, pero no me dio tiempo a ponerme la camiseta ni los zapatos antes de ver a la persona que se dirigía hacia mí.
Era una chica de piel pálida y ojos azules que contrastaban con el color de su cabello, negro recogido en una coleta fuertemente agarrada. Vestía con una camisa negra ajustada y unos pantalones del mismo color e igual de ajustados, sus bailarinas eran grises. No tenía ni una gota de maquillaje en su cara, la cual estaba totalmente libre de algún indicio de acné. “Perfecta” pensé. Fácilmente podía hacerse pasar por la hermana de Byron, si no lo era ya.
Se plantó frente a las escaleras y apoyó una de sus manos en la barandilla que había al lado de estas. Comenzó a hablar conmigo:
-Te he visto en el lago.
-¿Porqué no me sorprende?-contesté, con sorna-En este pueblucho la costumbre de espiar a los vecinos está muy arraigada. ¿Os enseñan eso en clase?
-No-dijo, quedamente-en clase nos enseñan a ser respetuosos con el prójimo, al contrario de lo que estás haciendo tú.
-Tú has empezado, mirándome a escondidas. Por lo menos el tal Byron ha tenido el valor para dar la cara-le reproché.
-¿En serio, Tayla?-me preguntó-¿Lucas? ¿No está muy visto eso de ir liándote con el guaperas de turno? ¿Era como cuando me besaba a mí?-volvió a preguntar, pude atisbar cierto grado de envidia en su tono-A mí también me llevaba al lago, pero no eran simples besos lo que compartíamos-alzó las cejas, desafiándome a contestarle a sus palabras.
-No soy de esas que van arrastrándose por un tío. Hay muchos niños en el mundo, no creo que mis servicios sean requeridos para aumentar más la población. No saldré en esos programas de chicas que se han quedado embarazadas antes de la mayoría de edad.
Ese tema de quedarme embarazada me daba fobia desde que mi madre había hablado conmigo para explicarme de donde venían los bebes...
-Tu auto control ha quedado demostrado en el lago. Lucas no te conviene, Tayla, créeme. Solo te va a utilizar para conseguir lo que él quiera. Va de chico malo y...
-Ya sé, ya...-la interrumpí-es el chico malo que luego se vuelve monótono y bla, bla, bla... Byron me ha soltado el discursito.
-Byron solo intentaba detenerte. Sentir algo por Lucas está mal.
-Celos de una ex novia-deduje-¿qué pasa, Alex? ¿Tienes miedo de que se olvide de ti? Noticias frescas, cortasteis hace ya mucho, se ha olvidado de ti y de lo que representas.
-No eres diferente a como era yo-me pinchó Alex- yo también hice lo que tú. No eres la primera que se baña con él en ropa interior.
-Y sin ella, ¿no?-contraataqué.
-¿Para qué negarlo?
-No, gracias, no soy tan...-me abstuve de llamarla lo que tenía pensado-no necesito acostarme con un tío para sentirme completa.
-Todos van por eso-continuó- Lucas es como ellos. ¿Qué crees que hubiese pasado de no haberos interrumpido Byron? No es tan inocentón como parece.
-Estás celosa-sentencié- si quieres alguna explicación, exígesela a Lucas y no a mí.
-Yo no hablo con esa clase de personas-dijo, con tono de superioridad como había hecho Byron al darme a elegir entre su “buena vida” o la de Lucas.
-Me piro. Gracias por tus amables consejos y advertencias, los tendré en cuenta.
-Vamos, Tayla, los rumores vuelan, en una semana todos sabrán que eres el nuevo fichaje de Lucas. ¿Cómo crees que sé tu nombre? Chismes, rumores... llámalo como quieras.
-Que piensen lo que les dé la gana. Me voy a casa.
-Busca el tejado azul, se ve a km a la redonda-gritó cuando estaba a más de cinco metros de ella.
Me alejé por la primera calle que encontré. Un ocho de color dorado estaba pintado en la pared. Ya me lo había advertido Lucas, las calles iban por números y no por nombres.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

sábado, 21 de mayo de 2011

Capítulo 14

Auto convencida por mis pensamientos, imité su gesto, y también me acerqué a él. O mejor dicho, mis labios se acercaron a los suyos.
Unos centímetros. Un segundo. Solo necesitaba eso.
Sus manos seguían en mis caderas, pero las movió, uniéndolas en mi espalda, acercando aún más nuestros cuerpos.
Me puse de puntillas. Era media cabeza más baja que él. Un centímetro más y no habría escapatoria. Aunque la hubiese habido, ni de broma la hubiese utilizado. Sus labios me tentaban.
-¡Qué tenemos aquí!-gritó una voz monocorde.
Del susto, ambos nos separamos un poco, pero sus manos continuaron fuertemente enlazadas en mi espalda, haciendo imposible que me separase.
Lucas respiró profundamente. Tal vez estaba intentando calmarse. Me fijé en el chico, para no poner nervioso a Lucas.
Él estaba en la orilla, a un metro del agua. Tenía el pelo negro, y los ojos parecían azules, pero no estaba segura, unos diez metros nos separaban, de lo que sí estaba segura era de la palidez de su piel. Llevaba una camisa azul por debajo de un jersey de rombos granates, sus pantalones eran marrones claros, no podía ver con exactitud cómo eran sus zapatos, pero, en ese momento hubiese dicho que eran azules. ¡Qué mala combinación de ropa!
-Byron-susurró Lucas. Posó su frente en la mía y volvió a inhalar aire. Parecía estar poniendo en orden sus pensamientos. Me miró a los ojos, pude ver en ellos cierta expresión como “ojala no nos hubiese interrumpido”. Compartía su deseo.
Byron no le dio tiempo a Lucas de hablar:
-¿Tantas ganas tienes de tener descendencia?-no enfatizaba ninguna palabra, no había sentimiento alguno en su pregunta, era como si una máquina reprodujese sus palabras-bueno, de lo malo, has escogido una chica guapa-me caía mejor-¿sabes que tarde o temprano tendrá que venir a la escuela? ¿Qué crees que elegirá, la buena vida con amigos responsables y buenas notas o una vida... contigo?-esta vez sí que pronunció la palabra ‘contigo’ con cierto grado de superficialidad.
-¿Buena vida?-se rio Lucas- no tenemos el mismo concepto de esas palabras.
-Y por eso no encajas-sentenció Byron-Siempre estás solo y así te quedarás. Eres tan predecible. Primero eres el chico malo, que atrae a todas las chicas, pero luego, te vuelves tan monótono... Alex nos lo contó-golpe bajo para Lucas- ella dice que eres como los demás. Te crees diferente, pero no lo eres. Adelante, bésalo-esta vez sus palabras iban dirigidas a mí-te llevarás una decepción. ¿Crees que es único? Espera y verás.
No sé que me enfadó más: que ese tan Byron se dignase a dirigirme la palabra o que Lucas no hubiese reaccionado aún. Sentí la necesidad de defender al chico que me cogía con sus brazos protectores. Si él no se defendía, lo haría yo.
-Estoy con Lucas-dije- mi definición de buena vida no encaja con la tuya. Me gusta divertirme y hacer cosas diferentes todos los días. Llámame predecible si quieres, no me importa. ¿Tu opinión? ¿Te crees que significa algo para mí?-debería haber parado, pero continué, gran error- Tú no me ordenas nada, si quiero besarle, le besaré, pero porque yo quiero, no por una orden tuya.
Enlacé mis manos en su nuca y las bajé hasta la altura de su pecho. Me mentalicé que nada había pasado. Byron no nos había interrumpido, no había hablado de Alex ni me había aconsejado. Nada. Todo era como hacía unos minutos.
Volví a acercarme a él, le miré a los ojos, pero Lucas, al contrario de lo que yo había esperado movió sus manos desde mi espalda hasta mis hombros y me empujó un poco, separándome de su cuerpo.
-Tayla, no. No quiero que me beses en respuesta a Byron.
El enfado aumentó. Desde un principio iba a besarle, antes de ver a Byron me estaba inclinando hacia él. Bueno, quizá era un poco en respuesta a Byron, pero, también quería besarle por mí misma. Era un deseo irracional. ¿Cinco horas bastan para que bese a alguien? La verdad, cuando estuve tan... cariñosa con Jake, no estuve apenas dos horas con él, le conocía menos que a Lucas y le besé.
Podía sentir a Byron mirándonos, esperando mi respuesta, que no tardó en llegar: coloqué mis manos en los musculados brazos de Lucas y me impulsé hasta estar a dos centímetros escasos de sus labios, le miré a los ojos diciéndole: “me da igual lo que pienses, lo voy a hacer”.
Y lo hice. Me apoyé en sus brazos y junté nuestros labios. Fui tonta, lo reconozco, no debí hacerlo, ¿y si él me rechazaba? Quedaría como una tonta ante Byron y el propio Lucas, por suerte, él no lo hizo y me devolvió el beso. Posicionó sus manos enlazándolas en mi espalda de nuevo y me atrajo aún más a su cuerpo mientras sus labios se movían contra los míos. Volví a apoyarme en su pecho, era cálido y resbaladizo por el agua.
Continuó con el beso más de lo que yo esperaba, pero acabó al apoyarme más de lo necesario en él y caer al agua. Salimos a la superficie aún agarrados, ninguno de los dos sabía que decir, ni me atrevía a mirarle a la cara, fue él el que rompió el hielo.
-Parece... que hemos espantado a Byron.
Giré la cabeza hacia donde antes estaba Byron, no había rastro de él. Sin duda, se habría dado cuenta de que no pintaba nada en esa escena, no es agradable que una pareja se esté besando y tú te quedes ahí, a Byron solo le faltaba el fuego para sus velas.
-Oye, Lucas... lo siento mucho, no debí haberte besado sin previo aviso. Fue algo...
No pude continuar. Detuvo mis palabras con sus labios, y volvimos a estar donde hace unos segundos habíamos estado, solo que esta vez, era él quien llevaba el control del beso, un beso mucho más agresivo que el anterior, mucho, mucho más. Su boca aprisionó a la mía sin darme escapatoria, me agarró con un brazo por los hombros, el otro rodeaba mi cintura. Mis brazos se posicionaron en su cuello, uno de mis dedos se enrolló con un rizo cobrizo de su pelo. Sentía que se me estaba olvidando algo vital, necesario para sobrevivir. ¡No estaba respirando! Trasladé mis manos a su pecho y le empujé, cuando nuestros labios se separaron, comencé a respirar agitadamente.
-Estamos... en paz...-comentó en voz baja, respirando con dificultad, como yo.
-Vale-reí.
-Ahora sé porque Jake no quería separarse de ti. Buen... trabajo-dijo, azorado.
-Gracias.
Reparé en la situación: Lucas y yo acabábamos de besarnos no una, dos veces. Seguíamos en el mismo lugar donde él había tenido un enfrentamiento con Byron. El seguía cogiéndome por los hombros y la cintura... Vale, eso tenía que acabar. Tierra de por medio, por favor.
-Tengo que irme a casa-fue la primera excusa que se me ocurrió.
-No sabes cómo volver.
-Me las ingeniaré.
Agarré la mano que estaba posada en mi cintura y la aparté con suavidad, él apartó la otra. Cuando estuve libre, nadé hacia la orilla, una vez allí, cogí mi ropa, mis zapatos y mi bolso y regresé por el camino por el cual Lucas me había guiado llevándome al lago.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

jueves, 28 de abril de 2011

Capítulo 13

-No lo sé... Ya no. O eso creo. Hay veces que todavía pienso que siento algo, pero... nunca volverá a ser igual, ni ella, ni la relación que mantendríamos-confesó. Se mordió el labio inferior y me devolvió la jugada-¿Sientes algo por Jake? ¿Fue tu primer beso?
La pregunta me pilló tan de sorpresa que me hizo reír.
-¿Jake? ¡Por favor! No le he vuelto a ver. No me importa donde este. Ignoro su permanencia en la tierra.
Igual había sido un poco dura, pero era lo que sentía por Jake. Le detestaba. Odiaba la forma con la que me conquistó tan rápidamente. Esa sonrisa que le hacía parecer mucho más joven. Sus ojos traviesos.
“Está en el pasado, Tayla” me dije mentalmente.
Estuvimos un rato en silencio. Observando el Reflejo Azul. Cuando metí el bikini en la maleta pensé que no lo iba a utilizar nunca. Suerte que me había cruzado con Lucas. Lucas... un tipo misterioso, pero majo, al fin y al cabo. Me gire para darle las gracias...
¡...pero dónde se había metido!
Genial. ¿Y si era capaz de leerme la mente y sabía lo que había pensado sobre él? ¿Y si en verdad era un asesino y venía a por mí? ¿Y si...?
Mis preguntas internas quedaron cortadas debido a unos capoteos. ¡No sería capaz! Por favor, que no se estuviese bañando.
-¿Tayla?-escuché- estoy detrás del arbusto.
-¿Y qué haces ahí? Pensaba que te habías largado-grité a la nada.
-Una idea tentadora-confesó-pero no, solo quiero bañarme.
¿Iba a bañarse? ¿Y yo qué? Antes siempre llevaba el bikini puesto, a sabiendas de que lo iba a usas en cualquier momento. Deseé haber seguido llevándolo. La verdad era que el agua estaba tan apetecible...
-Métete-me dijo, más como una invitación que como una orden.
-¿Con que? Tengo que volver a casa ¿recuerdas? No puedo ir empapada.
-Bueno... en ese caso...
Se calló. No siguió con su frase. Dejé de oír los chapoteos. Ahora solo escuchaba las pequeñas olas del mar chocando contra la tierra.
-¡Ahh!-grité cuando unos brazos me aprisionaron. Reconocí la pulsera de cuero de Lucas y me relajé un poco, pero no mucho-¿Qué estás haciendo?
-¡Oh, vamos!-contestó, juguetón-dime que no te apetece meterte en el agua.
-Te lo he dicho, tengo que volver a casa sequita.
-Pues... ve en ropa interior, será como verte en bikini. Y, viendo la cara que se te ha quedado al ver el lago, seguro que te pillo por aquí muchas veces en bañador. ¿Me equivoco?
-Te equivocas si piensas que me voy a quedar en bragas y sujetador a solas contigo. Aún no te conozco-reparé en que todavía me estaba sujetando con los brazos-¿Me puedes soltar?
-Tayla, soy tu conciencia-me susurró al oído- sabes que quieres meterte, vamos... Lucas no es un pederasta... no te va a hacer nada. Métete en el agua.
-¡Que gracioso!- aunque no fuese mi pepito grillo, deseaba que lo fuese. El lago me llamaba, me invitaba a bañarme, y no iba a ser descortés. Así que acepté su invitación-vale, pero no mires, vete al agua-le ordené.
-¡Hecho!-aceptó, de buena gana.
Unos segundos después unos pasos se alejaban de mí, y una explosión en el agua resonaba por el lago.
Me acerqué cuanto pude a los arbustos. En ese momento me alegré de estrenar ese día el conjunto de ropa interior a juego que me había regalado mi madre. Era negra, con unas flores blancas. En verdad, parecía un bikini. Y no tenía tan mal cuerpo como para no lucirlo. Tantos años haciendo surf y buceo habían hecho que no tuviese nada de tripa. Me quité los pantalones y la camiseta, los zapatos me los quitaría más cerca, me recogí el pelo en un moño de bailarina un poco deshecho y salí de mi escondite.
-Date la vuelta-le ordené a Lucas.
- Vale.
Me asomé. Estaba de espaldas. A unos cuatro metros pude apreciar la musculatura que anteriormente había cubierto su camiseta. El agua le llegaba a la cintura, dejando ver una fina tira que asumí que pertenecía a su ropa interior. El negro de esa tira hacía resaltar el bronceado de su piel. El deporte que hiciese debía ser al sol. Algo como correr o hacer flexiones en plena calle...
-¿Puedo darme la vuelta?-preguntó, con cierto desdén.
-¡No!
-Tardona-me criticó.
-Mirón-respondí.
Me fui acercando al agua lentamente, dejando que las lenguas de agua lamiesen mis pies. El agua estaba templada. Agaché la mano para rozar el agua, cogí un poco de ella y la extendí por mis piernas, tripa, brazos y hombros. Decidí no mojarme la cara. Cuando consideré que estaba lista para entrar en el lago, comencé a andar. Las pequeñas olas causadas por el viendo impactaban suavemente contra mi cuerpo, haciendo que unos escalofríos me recorriesen el cuerpo.
Tardé unos dos minutos en sumergirme hasta la cintura, y otros dos hasta que, estando agachada, el agua me llegaba hasta los hombros. Mi pelo estaba seco gracias al recogido.
-Vale...-exclamé, un poco avergonzada-ya estoy.
-¡Te ha costado!-Lucas materializó su enfado.
Se dio la vuelta. La camiseta había tapado más de lo que yo esperaba.
A la luz del sol, Lucas lucía un bronceado que envidiaría cualquier caribeño o australiano. Su torso evidenciaba que había hecho bastante deporte durante mucho tiempo; tenía los músculos del vientre muy... ¿ejercitados? Y sus brazos eran fuertes y estaban trabajados. “Pesas” deduje “tiene que ser eso”
-Guau, Campanilla. Estas muy... bien-dudó al decir esta última palabra-¿Qué deportes practicas?
-Practicaba-le corregí- en mi antigua ciudad hacía surf y buceo. ¿Y tú? Algo tendrás que hacer para estar tan... bien.
Lucas se rio al ver que yo había omitido la misma palabra que él hacía unos segundos.
-¿Ir a pasear con Lucky no te parece suficiente?-bromeó.
No había reparado en la ausencia de su perro, y poco me importaba. Mi relación con los animales nunca había sido buena. Todos los que había tenido o conocido me querían morder, perseguir o babear. ¿El mejor amigo del hombre un perro? Solo visto desde un escaparate.
-Me gusta correr, y como nunca hay nadie en casa, me he construido mi propio lugar de entrenamiento. Ya ves, en este pueblucho no hay nada más que hacer. Aunque... igual cambia la cosa ahora que estás tú.
No sabía cómo reaccionar ante sus palabras, así que empujé un poco de agua hacia él salpicándole en la cara y el pecho. Lucas puso un gesto de desaprobación y se lanzó contra mí. Ni siquiera lo vi venir. En un segundo estaba bajo el agua con él aprisionándome con sus grandes brazos.
Cuando salí del agua empecé a escupir, ya que al pillarme por sorpresa me había sumergido con la boca abierta. Miré a mi alrededor: no había nada, mejor dicho, nadie. ¿Y Lucas?
De nuevo, unos brazos me aprisionaron por detrás. Pude sentir una de sus manos en mi vientre, ignoraba la situación de la otra hasta que varios mechones de mi pelo empezaron a caer sobre mis hombros. Su mano me revolvió el pelo, y, usando su fuerza, me sumergió de nuevo bajo el agua. Esta vez no me pillaría; me di la vuelta para mirarle a los ojos y me escurrí de su atadura. Lo último que vi antes de salir a la superficie fue una sonrisa fugaz en el rostro de Lucas.
-Oh, vamos, Campanilla. ¿Tan poco aguantas bajo el agua? Creía que eras mejor.-replicó, con una sonrisilla de arrogancia en la cara.
-Si no me das oportunidad para coger aire es un poco difícil.
-¡Excusas!
Se metió bajo el agua de nuevo. ¡Este chico no paraba quieto! Me cogió por los tobillos. A esas alturas no me sorprendían sus pequeñas travesuras. Pero al contrario de lo que había esperado, que era que me cogiese de un pie para hacerme perder el equilibrio, se plantó a mi lado. Respirando de forma agitada. Posó sus manos en mis caderas y sonrió.
-¡Vaya! ¿No me tiras? ¿Ni me salpicas?
-Empieza a ser aburrido, además, tú no sigues las bromas.
¿Qué no seguía las bromas? Este se iba a enterar. Agarré la coma de sus calzoncillos mientras sonreía para distraerle. Estiré la goma cuanto pude y la solté de golpe.
Lucas abrió la boca, pero no salió ninguna palabra de ella. Cuando la cerró me miró con una sonrisa misteriosa y acercó su cara un poco más a la mía.
-¡Un poco de diversión en Herecrich!-se burló.
-Supongo...
Comenzó a acercarse. ¿Iba a besarme? ¡Si no le conocía ni de cinco horas! ¿Quería besarle? La respuesta era obvia: sí. No me había enamorado de él, solo... era... ¡Qué más daba! Un beso nunca ha hecho daño a nadie, ¿verdad?
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 12

-Supongo. El caso es que un día, cuando yo tenía unos... quince años fui a una discoteca de la zona. Ya había estado varias veces, así que conocía más o menos quienes la rondaban. Pero ese día fue diferente.
>>Alice, una amiga, quedó con unos amigos, con lo que fuimos el grupo de cinco amigas con ellos. De entre todos, había uno que destacaba. Su nombre era... Jake-el solo hecho de decir su nombre me quemó la garganta. Me costó pronunciarlo más de lo que había esperado. Lucas, al ver mi atraganto con el nombre, me interrumpió.
-Puedes dejarlo. Creo que me hago una idea de lo que pasó-sonrió de forma pícara, así que, para que no pensase mal, continué.
-No es lo que piensas-aclaré-. Como decía, su nombre era Jake-esta vez me costó menos nombrarle- y desde un principio me fijé en él. Mi amiga hizo que hablase con él. Era un chico muy majo, y guapo. No sé, supongo que bebí algo a lo que no estaba acostumbrada y me puse un pelín alegre. El caso es que, cuando acabó la canción Jake me metió en el baño-al decir esta última frase, Lucas volvió a esbozar esa sonrisa traviesa que le hacía parecer aún más atractivo, si eso era posible- estuvimos hablando un rato de temas triviales cuando Ann, otra amiga, llamó a la puerta del baño para indicarme que era hora de irnos.
-Llegaron las doce para cenicienta-bromeó Lucas. Le ignoré y proseguí.
-Cuando Ann se fue, el se ofreció a llevarme a casa. ¡A casa! En ese momento me pregunté si me iba a coger en brazos y llevarme hasta donde vivía. Pero cuando le iba a preguntar por su edad, me besó. Un beso simple, un solo roce. Lo suficiente para que, una chica de quince años que nunca había besado a nadie le cogiese de la camiseta y le volviese a besar. Me sentí la chica más afortunada del mundo-estaba perdiendo el control, si seguía así, acabaría llorando y quedando como una tonta. Así que respiré hondo y seguí compartiendo con él un pequeño fragmento de mi pasado-, cuando el beso acabó, estaba tan feliz... Volvimos a hablar. Y se retomó la conversación sobre que me iba a llevar a casa.
>>Los dos últimos minutos en los que estuve contenta. Cuando la conversación llegó a su punto más interesante, me enteré de su edad. ¿Te lo puedes creer?-no esperaba su respuesta-tenía dieciocho años. Tres más que yo. La primera vez que beso a un chico, y tiene que ser con uno mayor de edad.
-Vaya... suena... ¿horrible?
-Has dicho horrible como con ironía, explícate- exigí.
-Bueno, vale, fue tu primer beso, pero fue especial, ¿No? Que más da con quien fuese.
-¡No!-le contradije- Sí da más... es decir... yo quería... ¡Ag!-no sabía cómo expresarme- No quería que ocurriese así. Quería que mi primer beso fuese con alguien de mi edad, un año más como mucho. No con un... ¡adulto!
-¿Adulto? No porqué se tengan dieciocho años una persona es adulta. Conozco a muchos que tienen veinte, y no llegan a cinco mentalmente.
-Supongo... quizá llevo años pesando en una tontería. Al fin y al cabo, fue especial.
-Supones bien-concluyó.
¿Acababa ese chico de cambiar mi opinión con un simple comentario? ¿Era eso posible? ¿Con lo cabezota que era? “Será el cambio de aires” me auto convencí.
-Pronto...-pronunció Lucas.
-¿Pronto?-repetí.
-Pronto. Falta poco para llegar al lago.
-¡Genial!-celebré. No me molesté en esconder mi entusiasmo. Lucas me miró con curiosidad, pero se abstuvo a hacer comentarios.
En efecto. Tras unos arbustos que me llegaban a la altura del cuello, y poniéndome un poco de puntillas, pude vislumbrar una pequeña línea azulada. El lago.
Apenas caminamos dos minutos más cuando llegamos al lago.
-Bienvenida al Reflejo Azul- y para dar más dramatismo a su frase, la acompañó con un gesto que me invitaba a avanzar unos pasos para verlo más de cerca.
-Es precioso...
Era verdad. Era perfecto.
El lago tenía un brillo característico. Estaba rodeado de flores, que hacían que el lugar adquiriese un cierto aire mágico, hipnotizante. No podía dejar de mirarlo. Su agua azulada me recordaba a la playa de mi antiguo pueblo. “Por lo menos tengo esto” me reconforté.
Y, aconsejada por el gesto de Lucas, avancé hasta quedarme a dos palmos del agua, que amenazaba con mojarme las zapatillas. No me importaba. Estaba feliz.
El lugar tenía su propia melodía: unos pájaros cantaban alegremente en los árboles y, ocasionalmente sobrevolaban la masa de agua.
Realmente le debía a Lucas una disculpa, había pensado que era un asesino, cuando me había traído hasta este magnífico lugar. ¿Le pediría disculpas? No, al fin y al cabo, no había expresado mis sospechas en voz alta, así que... además, ¿desde cuando se pedía perdón por los pensamientos? Desde nunca.
-¿Te gusta?-Lucas me miraba con atención.
¿De verdad hacía falta contestarle? Era obvio.
-Sí, me gusta- materialicé mi respuesta.
-Dicen que es mágico.
-No les falta razón.
-No es por lo que crees-sentenció- dicen que está embrujado de verdad, que si lo miras fijamente, te vuelves medio tonto. Tonta, en tu caso-se corrigió.
-Quizá eso es lo que les ha pasado a Los Tristes-comenté, distraída.
-¿Los Tristes? ¿Quién?
-Esos-esa palabra era una respuesta completa a la pregunta para mí, pero para él, carecía de sentido, así que continué-la gente como Byron y Alex...
Lucas se estremeció. Seguramente por escuchar el nombre de su ex. Lo lamenté, pero no podía borrar el hecho de haber pronunciado su nombre.
-Perdona, no debería haberla nombrado, ha sido sin querer.
-No importa, hace ya tiempo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?-dije con cautela. El afirmó con la cabeza y proseguí, seguramente lamentaría preguntárselo, pero necesitaba saberlo. Quizá no me hablaría después de esto o echaría a correr dejándome sola en el lago, desprotegida, sin idea de saber como llegar a casa. Pero se lo pregunté-¿Sigues... sigues enamorada de ella? ¿Sientes aún algo por ella?-no era una sola pregunta, pero llegados a este punto.
Lucas dejó de respirar un momento debido a que no esperaba la pregunta. Las preguntas. ¿Contestaría?
Permaneció un rato en silencio, respiró hondo y dio respuesta a mi pregunta:
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

jueves, 24 de marzo de 2011

Capítulo 11

Miré a mi alrededor buscando algo que evidenciase la presencia de agua. Tierra más húmeda, charcos de barro... Cualquier cosa. Pero no había nada, solo árboles, arbustos y pequeñas flores. Empezaba a preguntarme si realmente existía un lago o Lucas era un asesino en serie que me estaba llevando hacia mi tumba.
-¿Sabes?-seguía buscando agua con la mirada-creo que enseguida juzgas a la gente sin conocerla. No me conoces ni de un par de días y ya predices lo que haré en una semana. ¡No sabes cómo soy! ¡No voy a ser como ellos!-declaré, mirándole a los ojos.
-Puede que me equivoque, pero lo dudo-me devolvió la mirada y sonrió.
-¿Existe un lago en Herecrich?-pregunté.
-¡Pues claro! ¿Te crees que te llevo a una zona alejada para matarte?
-No...-mentí-pero llevamos bastante tiempo andando.
-Bueno...- estábamos parados mirándonos a los ojos- pensaba que tenías ganas de verlo. Supongo que eres de esas niñatas que dan dos pasos y se cansan y quejan...
-¿Ves?-le desafié-vuelves a hacerlo.
-¿El qué?-preguntó, levantando las cejas y fingiendo no saber a qué me refería.
-¡Juzgarme!-grité- lo llevas haciendo un rato.
-¡Bah! Eres de esas niñatas que...-siguió caminando y volvió a criticarme.
Decidí dejar de escucharle, no merecía la pena. A veces me fijaba en lo que decía, por si había cambiado de tema, pero no, seguía criticándome.
Volví a mi anterior tarea. Buscar agua o algún rastro de ella. Esta vez creí avistar un cambio de color en la tierra. Iba adquiriendo un tono más oscuro conforme andábamos. Me alegré, por lo menos cada vez tenía más esperanzas de que Lucas me llevase al lago que a mi futura tumba.
-Tayla-me llamó, de repente- ¿Por qué tienes tantas ganas de ver el lago? Es algo inusual-suspiró, se alzó en puntillas, recobró su posición normal y dijo-ya queda poco.
-No sé... en mi antiguo pueblo tenía el mar a dos pasos, podía verlo desde casa. Mi habitación tenía vistas a la playa. Era genial. Supongo que es por eso por lo que me interesa. Quiero... tener algo que me haga sentir en casa. Un sitio dónde... cuando no quiera ver a nadie o esté triste pueda estar sin que nadie me moleste.
-Entonces, si quiero verte y no sé donde estas, iré al lago primero.
-Puedes intentarlo-contesté, un poco distraída. Estaba emocionada. Cada vez la tierra estaba más húmeda. El lago estaba más cerca.
-Tayla-volvió a decir- ¿qué se te cruzó por la cabeza cuando te conté la historia de Alex?
El camino parecía cada vez más un interrogatorio. Quizá Lucas no era un asesino. Quizá solo era un policía que quería saber cómo alguien podía querer vivir en ese sitio voluntariamente. Bueno, todo lo voluntariamente que se podía.
-Se puede decir...-intentaba buscar alguna respuesta coherente-que al decir eso, has abierto viejas heridas...
-¿Heridas? ¿Cuáles? ¿Las que les has hecho a tus ex?-continuó, tomándose a broma mi respuesta.
-No, idiota-sentencié-además, ¿por qué te lo iba a contar?
Lucas pareció pensárselo durante unos minutos y después habló:
-Puede que... porque te estoy llevando al lago, cosa que no podrías hacer sola, es más, que no sabrías que podías hacer, porque te he contado mi historia con Alex, porque te estoy contando cómo funciona este sitio... no sé, quizá tienes razón, son pocos los motivos-satirizó.
-Veras...-era horrible volver a hablar del pasado, no estaba segura de haber superado totalmente lo de Jake, había veces en las que todavía pensaba en él. Al fin y al cabo, fue mi primer beso- tuve... una especie de rollo de una noche...
-¡Esto se pone interesante!-celebró.




Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Capítulo 10


-¿Tayla? Pareces haber desconectado, ¿estás bien? Me preguntó Lucas, preocupado.
-Sí, estoy bien, solo que lo que me has contado me ha hecho recordar cosas, que prefiero dejarlas en el pasado, nada más-aún seguía algo desmotivada pensando en Jake, pero decidí dejar de pensar en él y seguir hablando con Lucas- bueno, ¿qué fue lo que le pasó a Alex?
-Simplemente cambió. Empezamos un nuevo curso cuando estábamos saliendo. Nada más pisar esa clase, me di cuenta de que algo no era normal, todos eran tan... iguales. Quiero decir, no es que fuesen en plan todos pijos o todos raperos, no, era que todos eran clones. Vestían con colores oscuros, mayormente de gris y negro. Las chicas llevaban el pelo recogido en una coleta alta, ningún pelo podía tocar su cara, y los chicos llevaban el pelo engominado hacia atrás. Cuando Alex empezó a llevarse bien con una de ellos, poco a poco comenzó a transformarse en una de ellos.
>>Lo primero que aprecié fue que vestía con menos colores, su ropa de colores alegres estaba desapareciendo de su armario. Lo siguiente fue que se empezaba a hacer coletas, lo que le quitaba mucho atractivo. Finalmente empezó a contestar solo con monosílabos. Solo tardaron dos semanas en hacerla parte de su siniestro clan, cuando ya la habían comido el coco totalmente, ella cortó conmigo. Ese es el proceso, más o menos.
¡Qué triste! ¿Suprimir todos los colores alegres de mi armario? Pues iban a tardar dos semanas mínimo. ¿Cómo se puede cambiar de personalidad totalmente en dos semanas?
-¿Y tú crees que me pasará lo mismo?-pregunté.
-No lo creo, lo sé. Mañana te llegará una carta para la inscripción en el colegio, en una semana empezamos. Más o menos en un mes vestirás de negro y te apuntarás a clases de piano. Aprovecha ahora y explora el pueblo todo lo que puedas, dentro de un mes no te interesará lo más mínimo-suspiró y siguió andando, solo que ralentizo la velocidad un poco- enseguida llegamos al lago, te encantará, es precioso.
-¿Y cómo es que a ti no te han “transformado”?
-No sé, conmigo no se interesaron mucho, no me hablan, es como si no estuviese en clase, y en el fondo es lo mejor. Aunque sigo viendo a Alex en clase, ahora es diferente: mirada perdida, voz sin alegría... es cómo es ella ahora.
-Así que...-recordé la conversación de hace un rato-no eres un chico muy popular en clase, más bien diría que eres el marginado, ¿no?
-Bueno, te mentí, no soy en chico más popular en clase, pero tampoco soy el marginado, allí no hay populares. Para que haya alguien popular ha de tener personalidad, y allí, nadie la tiene. Aunque sí hay uno que parece guiar a los demás. Byron.
-¿Byron? No parece el nombre del típico empollón-recordé al chico que iba a mi clase, el surfista por el que estaban todas locas-yo conocí a un Byron. Era muy popular en nuestra clase pero no el más espabilado. Que supiese sumar dos y dos fue algo que sorprendió a todos. Pero bueno...
-Sí, pues este es lo opuesto- Lucas suspiró y se llevó las manos a los bolsillos- bueno... todos son lo opuesto. Como te he dicho, todos son iguales... igual de aburridos.
-¡Pues vaya año que me espera! Serás la única persona normal que conozca-pensé en mi antigua clase. Nunca había un día aburrido. Siempre pasaba algo que rompía la monotonía. Que Byron demostrase su inteligencia. Que Alice nos contase cual era su nuevo novio. Que Ann, la más tímida, se pusiese a gritar como una loca en el aula...
-Tranquila-comentó Lucas-no te parecerá aburrida. Serás como ellos-sentenció.


Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

lunes, 7 de marzo de 2011

Capítulo 9

-Sí, se cómo se siente-dije al recordar a Jake, mi anterior y único novio, mi mayor error.
Tenía 15 años y solía ir de fiesta con mis amigas a una conocida discoteca de mi anterior ciudad. Recuerdo exactamente cómo iba vestida, llevaba unos leggins de vinilo y un vestido negro que se ajustaba a la cintura y caía hasta por encima de las rodillas, llevaba unos zapatos con algo de tacón que hacía que mis piernas pareciesen más largas, el pelo rizado y los ojos ligeramente resaltados con sombra rosa.
Cuando íbamos para la discoteca una amiga, Alice, nos comentó que un grupo de amigos suyos iban a ir a la misma discoteca, con lo que decidimos juntarnos a ellos. Eran siete chicos, dos más que nosotras, todos bastante guapos, pero había uno que sobresalía de entre los demás. Jake. Tenía el pelo negro y los ojos azules, lo cual provocaba un gran contraste, vestía de un modo normal, no como sus amigos, que parecían haberse pasado horas frente al espejo, llevaba unos vaqueros desgastados, unas playeras normales y una camiseta de color azul eléctrico. En cuanto le vi, me quedé prendada de sus ojos.
Una vez en la discoteca nos pusimos las cinco chicas en un lado y comenzamos a hablar de lo que nos parecían nuestros nuevos acompañantes y a mí no se me ocurrió otra cosa mejor que decir que el chico de ojos azules me parecía guapo. Al oírlo Alice me contestó:
-¿Quieres algo con él? Porque te lo consigo.
Y sin darme tiempo a responder ella ya estaba hablando con Jake y señalándome. Unos minutos después Jake venía hacia mí con dos vasos de ginebra. Comenzamos a hablar y me di cuenta de que era un chico majísimo, o eso pensaba yo. Cuando ya eran las dos de la mañana yo estaba algo cansada, ya que al no moverme, me estaba quedando atontada, así que Jake me cogió de la cintura y me sacó a bailar una de las que eran mis canciones favoritas, bastante movida.
Nunca supe si era que el chico realmente me atraía o la ginebra, pero me parecía muy guapo, además de interesante y encantador. Poco a poco y sin que yo me diese cuenta me fue acercando a los baños, y en un momento que tubo me cogió de la mano y nos metimos en uno de los baños de la discoteca.
No era lo que parecía, solo estuvimos hablando durante... 3 horas... Cuando mi reloj marcó las cinco y media de la madrugada Ann tocó suavemente la puerta y entró.
-Es hora de irnos, Tayla-y cerró la puerta rápidamente.
-Sí, claro. Gracias Ann-contesté cuando ya había cerrado la puerta-bueno...-proseguí- tengo que irme, entre que reúno a las chicas y vamos a casa...
-Puedo llevarte-se ofreció.
-¿Llevarme? ¿Cómo? ¿Me vas a llevar en brazos hasta casa?
-No-se rió- tengo el coche muy cerca.
-¿El coche?-le pregunté-¿Qué, has falsificado el carné?
-¿Falsificado?-volvió a reírse-¡Pues claro que no! ¿Qué clase de chico crees que soy?
-Pues... ¿Uno que nada más conocer a una chica la mete en el baño de la discoteca?-levanté las cejas mirándole desafiante.
-Mal pensada-se acercó a mí y posó sus manos en mis hombros-me... parece que... me gustas, Tayla, y aunque creo que esto no es algo normal, no quiero que perdamos el contacto-poco a poco sus manos se iban bajando desde mis hombros, entonces me volví a poner nerviosa. Acercó su rostro al mío y posó sus labios sobre los míos solamente un instante. No me lo creía, mi primer beso, en el baño de una discoteca. Justo cuando se estaba separando le agarré de la camiseta y le atraje de nuevo hacía mí. Le miré a los ojos un momento y volví a juntar nuestros labios. Esta vez no fue un simple roce como el anterior, no, fue mucho, mucho, más intenso. El movía sus labios frenéticamente contra los míos, yo hacía lo mismo. No sé cuanto tiempo estuvimos así, unos pocos minutos supongo, pero los suficientes para que mi corazón empezase a latir con más fuerza de lo que lo había hecho nunca.
-Tengo que irme-dije, haciendo un esfuerzo sobrehumano al no juntar mis labios a los suyos de nuevo- mis amigas me estarán esperando.
-Sí- respondió, con la voz entrecortada y respirando con dificultad- te lo vuelvo a decir, puedo llevarte en coche.
-Espera, ¿cuántos años tienes, Jake?
-Yo...- se puso rojo- tengo... dieciocho años, sí, ya lo sé, parezco más joven... ¡pero no es mi culpa!
-¿Y no me lo podías haber comentado desde el principio?
-¿Comentarte que tengo dieciocho años? ¿Qué pasa? ¿Te avergüenzas de tu edad?
-No, no da vergüenza decir que tengo quince años, y que estoy en una discoteca que normalmente frecuenta la gente de esa edad.
Me empezaba a cabrear. ¿Dieciocho años? Por favor, pero si yo parecía mayor.
-¡Tienes quince años!-no era una pregunta- Alice me dijo que tenías mi misma edad.
Como no, Alice, la típica chica que para conseguir lo que quiere hace de todo y más. En este caso, mentir sobre mi edad.
-Yo... lo siento, Jake. Esto ha sido un error. Me ha encantado conocerte y bueno... lo de después también, pero no puede volver a repetirse.
-Supongo que no. Me ha gustado-le miré de forma extraña-el beso, digo. Besas muy... bien. Con lo guapa que eres habrás besado a muchos chicos.
Vamos, que básicamente estaba diciendo que me aprovechaba de mi físico para ir besando a todos los chicos que se me ponía por delante. Con menuda joya me había juntado.
-En realidad-en mi tono se podía advertir el enfado- es la primera vez que beso a un chico. Talento natural, digo yo-abrí la puerta y me marché.
Esa había sido mi mayor relación con un chico en toda mi vida. Claro que luego había besado a otros, pero habían sido dos, y en discotecas, ni siquiera me acordaba de sus nombres.

Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
 

jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 8

No es que me sintiese muy orgullosa de mí misma, había quedado como la típica repipi que no sabe ni cruzar un puente sola. Como no quería que pensase en lo ocurrido, decidí sacar un tema de conversación para no ir todo el camino en un incomodo silencio.
-Y dime-comencé- ¿todos aquí son los típicos niños perfectos?
-¿Niños perfectos?-sonrío un poco-buena calificación. Tener personalidad aquí es firmar tu condena a muerte. La verdad es que tengo algo de miedo por ti.
-¿Por mí?-¿Qué podían hacerme a mí esos adolescentes perfectos?-¿Qué es lo que temes exactamente?-estuvo un momento en silencio y luego me contestó.
-Alex.
-¿Alex? ¿Qué pasa con él?-no entendía porque me decía ese nombre como si fuese la mayor explicación.
-En realidad-dio un pequeño salto para no tropezar con un tronco y me tendió su mano de nuevo para ayudarme, me quedé en el otro lado, no me movería hasta que me explicase todo, ese chico parecía ser de los que se iban por las ramas-es una chica, se llama Alexandra, y era mi mejor amiga aquí, pero ellos la cambiaron.
-¿Ellos? Hablas como si hubiese una secta por aquí-finalmente acepté su mano y pasé el tronco.
-Parecido, Tayla, muy parecido. ¿Recuerdas que te he dicho que lo de niños perfectos era una buena forma de definirles?-asentí con la cabeza- pues ellos la cambiaron. Alex era como tú, divertida, risueña, agradable... la conocí cuando vine a Herecrich, ella también se acababa de mudar, así que decidimos conocer el pueblo juntos. Fue la primera vez que vine a el lago, con ella, Alex...
Estaba enamorado de ella, o lo había estado, de eso no cabía duda alguna. De forma algo tonta, sentí celos, sí, celos por esa tal Alex, por haber estado con Lucas, por haber ido al lago con el, por haberle conseguido conquistar... Parecía muy difícil conquistar a alguien como Lucas, era muy cercano, pero de repente se volvía distante. Una personalidad difícil...
-¿Te gustaba?-no controlé lo que dije, pero ya no había vuelta atrás.
-Sí... me gustaba, y mucho. Salimos juntos, un par de meses, hasta el comienzo del curso. Todo antes de eso estaba genial, éramos ella y yo, solos. Ella era perfecta, tenía algo único, nunca una chica me había conseguido conquistar antes... ¡Perdona! Te estoy soltando la chapa. Lo siento-apartó la mirada y respiró profundamente.
-No importa, en cierta forma me hace sentir algo... especial. Siempre soy yo la que lo cuento todo, si necesitas desahogarte, ya sabes, no estoy acostumbrada a ser yo la que escuche, pero puedo hacer una excepción.
Pasamos por un camino que estaba cubierto con tablones de madera, varios árboles se alzaban pareciendo querer desafiar al cielo. Hubo veces que llegué a sentir envidia, si yo tuviese un lugar tan alto, nadie me encontraría...
-Sí, necesito desahogarme con alguien, esto no es algo que se lo puedas contar tranquilamente a tus padres, sobre todo, si tus padres casi nunca están en casa-volvió a respirar profundamente tratando de calmarse-¿Seguro que no te importa?-negué con la cabeza y le sonreí dándole confianza- como ya te he dicho, ella era especial, conseguía que sonriese sin esfuerzo, con solo mirarla a esos ojos color miel mi corazón se volvía loco. Lo hacía todo bien, bailaba genial, cantaba como los ángeles, y dios, como besaba... era increíble lo que conseguía hacerme sentir con un solo roce de sus labios...
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 15 de febrero de 2011

Capítulo 7

-Pues...-seguía sucumbiendo ante esos ojos verdosos- eres majo.
-¿Majo? ¿Solo eso? ¿Nada más? Sinceramente estoy un poco ofendido- seguía tan cerca de mí como antes.
-¿Qué más quieres? Te conozco desde hace un par de horas escasas, ¿pretendías que te soltase un discursito sobre lo mucho que te conozco?
-No, solo esperaba que me hubieses conocido un poco más en dos horas, mira, por estas dos horas sé que eres una chica persuasiva, graciosa, espontanea, que odia a los perros, encantadora e irresistible...
¿Irresistible? Nunca me había clasificado como una chica irresistible, y mucho menos un chico, bueno, sí, uno, pero poco después de decírmelo vomitó sobre mis zapatos nuevos a causa de todo el alcohol que se había metido entre pecho y espalda.
-Perdona, ¿Qué es lo último que has dicho? No lo he oído bien- sí que lo había oído bien, solo quería que lo repitiese y me dijese que se había equivocado.
-¿No has oído bien? He dicho irresistible, eres una chica preciosa, con el pelo rubio oscuro y ondulado, los ojos verdes, y un cuerpo que provocaría un infarto a cualquier chico que te viese. Juraría que te han prohibido ir a la playa para que el hospital no se colapse de infartos.
-Vale, tengo otro adjetivo para ti, eres un conquistador un poco cutre-esta vez sí que conseguí empujarle hacia atrás, lo que me dio más movilidad.
-¿Cutre? Perdona- exclamó con un tono ofendido-me he trabajado los piropos, por lo menos me podrías dar las gracias, chica aventurera.
-Cuando me digas algo que realmente me llegue a la patata, te lo agradeceré-le sostuve la mirada sin darme por vencida.
-¿Patata?
-Sí, corazón, esos “halagos” seguro que se los dices a cualquier chica. ¿Y ahora me enseñas el lago o no?
-Vale, vale, pedorra, pero que sepas que me he retirado yo, no me has empujado, no te creas tan fuerte-volvió a mirarme a los ojos por última vez y comenzó a andar. Cuando vio que no reaccionaba me dijo-¿Ya no te apetece venir, mocosa?
Al decir eso comencé a seguirle por un camino un poco embarrado. Íbamos por un pequeño claro lleno de flores, las había de todos los colores, blancas, rojas, azules...
Cinco minutos después de empezar a andar llegamos a un puente de madera que no daba la sensación de ser muy seguro, pero que Lucas cruzó con toda la tranquilidad del mundo. Yo dudé, era aventurera y todo eso, pero ese puente ni por asomo parecía estable, hubiese preferido cruzar un tronco antes que eso.
Cuando Lucas se giró para ver lo que hacía me vio en el principio de el puente deshizo lo que había andado y vino hasta donde yo estaba, una vez estuvo a mi lado me tendió la mano y me miró a los ojos como diciéndome que le agarrase de la mano. Lo hice. Le cogí de la mano y cruzó el puente conmigo sin decir una palabra, pero cuidando que no me tropezase con nada.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Capítulo 6

-Tranquila-dijo encogiéndose de hombros- debí haberlo supuesto, va al lago, le encanta ir.
-¿El lago? Ignoraba que hubiese uno, la verdad.
Lucas se mordió el labio inferior y miró hacia las escaleras por las que acababa de bajar su perro.
-Yo... te llevaría gustoso al lago, es un sitio precioso, y muy romántico... –dijo esto bajando tanto la voz que dudé de que hubiese dicho eso- pero, tienes que irte a casa, así que... nada, voy a por Lucky.
Se fue hacia las escaleras pero tenía demasiada curiosidad como para dejarlo ir sin saber dónde estaba el lago, así que corrí hacia él, bajé las escaleras, las cuales estaban tan desgastadas que por poco acabo dándole un abrazo al suelo.
Cuando baje las escaleras busqué a Lucas por la zona, pero no había rastro de él, por lo que me di la vuelta dispuesta a subir las escaleras parecidas a una trampa mortal, pero antes de que pudiese llegar al cuarto escalón, alguien me llamó. Al momento reconocí la voz de Lucas, y después una carcajada suya.
-¡Vaya, que rápido te das por vencida! Te había tomado por una chica que no se da por vencido tan rápidamente, ya veo que me he equivocado...
Se metió las manos en los bolsillos de su pantalón y respiró profundamente. Realmente ese chico era guapo, tenía ese aire de persona que lo sabía todo pero no soltaba prenda nunca. Y además tenía el pelo rubio y rizado, algo que siempre me había atraído. Los chicos con ojos claros me resultaban terriblemente misteriosos, y los suyos estaban rodeados por unas largas pestañas que los enmarcaban. Y el cuerpo que tenía era un plus, los brazos musculados pero no demasiado, y el pecho ejercitado. No cabía duda de que hacía más ejercicio aparte de pasear a su perrito por todo el pueblo.
-Bueno... la verdad... no creo que me esperen hasta dentro de un rato, así que... –intenté hacerme la coqueta retirándome el pelo que se me había vuelto a poner en la cara- puedes llevarme al lago. Tengo mucho interés en verlo.
-No sé yo... no pareces muy convencida.
-¿Qué tengo que hacer para que me creas? ¿Jurártelo sobre mi futura tumba o alguna cosa chunga de esas?
-Se me ocurren muchas cosas mejores que podría demostrármelo, pero la verdad, no quieres saberlas... –se acercó a mí y volvió a clavar su murada en mí, sonrió pícaramente y se acercó un poco más- Tayla... ya sé que acabo de conocerte, y créeme, yo no suelo hacer este tipo de cosas en la primera cita, pero...
-¿Pero?-pregunté totalmente hipnotizada.
-Pero deberías saber que...
-¿Qué?- odiaba tener que sacarle las palabras con sacacorchos.
-Pero... quería decirte que...
-Lucas, me estás frustrando, dímelo- le contesté de una vez.
-Deberías saber que tienes unos ojos preciosos-me ruboricé cuando dijo esta primera parte, pero lo fastidió con la siguiente- pero me dan un poco de yuyu.
-¡Oh!-exclamé sorprendida, la verdad, esperaba que hubiese parado en la primera parte, hubiese sido perfecto, pero no- vaya... gracias, nunca me habían dicho que mis ojos daban miedo y a la vez eran preciosos todo en una frase.
-Sí, supongo, ya me iras conociendo, tenemos todo un curso.
-¿Todo un curso?
-Sí, todo el curso, tienes 16 años, ¿no? Yo tengo 17, los cumplí ayer.
-¡Guau! ¡Qué orgulloso debes de estar!-me vino un recuerdo a la cabeza y no pude evitar decirlo en voz alta- me recuerdas a esos niños de cinco años que ya van al baño solos y que dicen con mucho orgullo a sus compañeros: “¡Ya soy un nene grande!”-justo después de decir esto no pude reprimir una sonora carcajada.
-Vaya, vaya, así que la mocosa se cree muy mayor, ¿eh?- me cogió de la cintura y me empujo hacia la pared, puso sus brazos de forma que no pudiese escapar, acercó su cara a la mía y me miro otra vez con esos grandes ojazos- deberías saber que muy seguramente compartamos curso, y que soy popular, muy popular, por lo tanto, no te conviene llevarte mal conmigo, será lo mejor, Tayla.
-Y yo creo...- dije poniendo mis manos en su pecho intentando empujarlo hacia atrás pero no sirvió de nada, así que me crucé de brazos y seguí con mi frase- creo que eres el típico deportista que se lleva bien con todo el mundo, pareces un hermano mayor- entrecerró los ojos y siguió mirándome esperando a que dijese algo más, y por supuesto que tenía algo más que decir- aparte, no me das ningún miedo.
-¿No? ¿Y entonces qué sensación te produzco?-se acercó aún más a mí.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

sábado, 5 de febrero de 2011

Darkness

La oscuridad es tu mayor enemigo, como un monstruo, dispuesto a atacarte al menor signo de debilidad, escondido, invisible, el más tramposo, el depredador más sigiloso. Eres vulnerable, no puedes ver, ante ti, puede estar el peor de tus temores, mirarlo a los ojos, y no darte cuenta de cuan cerca estas de tu destino. Nunca sabes que pasará, es impredecible, lo único que puedes hacer es mirar a tu alrededor y rezar por que hoy sea la noche que te perdone, te deje con vida, y te permita escapar de él.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo 5

-Supongo, yo llevo viviendo aquí unos cuatro años, y nunca he visto una casa diferente a las demás... ¿Dónde se ha metido el travieso?-preguntó refiriéndose a Lucky-siempre se va corriendo y tardo una hora en encontrarle. ¡Lucky! ¡Lucky! ¡Ven, pequeño!
El perro vino corriendo hacia nosotros, dio un salto y el chico le cogió. ¿El chico? Llevábamos unos cuarenta minutos hablando y ni sabía su nombre, así que decidí presentarme yo, para romper el hielo.
-Por cierto, soy Tayla Daniels- le tendí la mano para saludarle y él me la estrechó.
-Lucas Grint. En realidad tengo un segundo nombre, pero nunca lo sabrás-volvió a sonreír y me soltó la mano.
-También yo tengo un segundo nombre- sonreí con picardía- y créeme, no lo sabrás en tu vida. Solo lo pronuncian mis padres cuando están enfadados y gritan mi nombre completo.
Lucas se pasó una mano por la frente intentando colocarse el ricillo rebelde que le molestaba pero no tuvo éxito, pocos segundos después de colocarlo el rizo volvió a caer sobre su frente.
-¡Dios! ¡Qué calor!-exclamó, levantando la voz- es horrible, ni aunque vayas desnudo tienes frío.
-Sí... bueno, si te pasas la mañana persiguiendo a un cucho, supongo que hace calor.
-¿Chucho? Perdona, es de pura sangre-dijo con orgullo-y no es un chucho, es un perrito, un ser pequeño, algo que hemos sido todos.
Fue curioso como dijo esta última parte, lo dijo como si el animal fuese su propio hijo. Parecía una persona muy cariñosa.
-Oye...-dije rompiendo el hielo, ya que habíamos dejado de hablar desde que había dicho esta última frase-tengo que ir a casa, mis padres se estarán preguntando dónde estoy. No hace falta que me acompañes, parece que ya estás bastante ocupado con... Lucky...
Miré a mí alrededor, pero no conseguí localizar a Lucky, parecía que se había vuelto a ir por su cuenta, como yo, a explorar la ciudad.
-¿Lucky?-Lucas miró hacia sus lados sin éxito- ¡Lo ha vuelto a hacer! Es increíble... este chuch...
-¡Aja!-salté señalándole con el dedo- Yo no puedo pero tú sí, ¿no? Vaya con Lucas, deberías saber no es un simple chucho, es un perro de pura sangre, un ser pequeño, algo, que como sabrás, todos hemos sido-sonreí y me retiré el pelo de la cara.
-Anda que... poco has aprendido en el tiempo que llevamos hablando, ¿eh?- sonrió y me miró a los ojos, en todo el tiempo que llevábamos hablando no me había fijado en lo hipnóticos que podían llegar a ser sus ojos verdes- ¿Tayla? ¿Estás ahí?
-¿Eh?-logré articular sin ser consciente de lo que hacía, no podía dejar de mirar sus grandes ojos verdes.
-¡Tayla!-me cogió de los hombros y me sacudió levemente, finalmente reaccioné.
-¿Qué pasa?
-¿Qué qué pasa? Que te has quedado con la mirada fija en mí. Me has asustado, pensaba que te había dado un chungo...
En ese momento Lucky pasó corriendo pero en seguida le perdimos de vista al bajar por unas escaleras. Hice amago de salir corriendo hacia él y no perderle de nuevo pero Lucas me detuvo.

Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 30 de enero de 2011

Capítulo 4

El chico, vestido con una camiseta roja que se le ajustaba ligeramente a su torso, enseñando una ligera musculatura, unos pantalones vaqueros estaban un poco caídos y unas zapatillas Adidas aparentemente nuevas, se agachó hasta poder mirar a su perro a los ojos y le acarició unas pocas veces el lomo, este reaccionó y se tumbó reclamando más muestras de afecto por parte de su dueño.
-Se llama Lucky-dijo de repente- lo encontramos abandonado en la carretera, a poco más y lo atropellamos, su anterior dueño debió cansarse de él. Tuvo suerte, muchos coches pasaron por ahí pero ninguno le rozó. Es un poco inquieto-continuó, mientras sonreía al perrito- pero eso no es nada malo, ¿no? Sólo necesita un poco de cariño, como todos.
Dicho esto soltó la correa de Lucky, sacó una galleta en forma de hueso que llevaba en el bolsillo, se lo lanzó al animal y este salió corriendo en su busca.
No estaba acostumbrada a que fuese otro el que empezase las conversaciones, solía ser yo la que comenzaba a hablar y hablar sin parar hasta que la persona que escuchaba se aburría.
-Sí- susurré- un perrito con suerte- di un paso atrás al ver que Lucky volvía meneando el rabo en señal de felicidad.
-Puedes acariciarlo, no muerde, solo es un poco juguetón.
-No, gracias, prefiero mantener las distancias-retrocedí un poco más al ver que el cachorrillo se acercaba-una experiencia traumática con cuatro años hizo que no me fiase de los perros, son seres vivos, no sabes cómo pueden reaccionar.
-¡Vamos! Porque un perro esté mal educado, no significa que todos lo estén- avanzó un poco hacia mí con Lucky en sus brazos-acarícialo, ya verás, como mucho te pedirá que le acaricies más-esbozó una sonrisa traviesa y dejó al canino en el suelo-debes de ser nueva por Herecrich, nunca veo a nadie cuando saco a pasear a este travieso. ¿Hace cuanto que andas por aquí?
-He llegado hoy, con mis padres. Quería descubrir un poco de este pueblo, pero al parecer, he acabado perdida, y ni siquiera sé el nombre de mi calle-suspiré.
-Aquí las calles no van por nombres, van por números, un poco extraño, lo sé, pero para mí, es más útil, si quieres, te puedo ayudar a encontrar tu casa.
-Quizá, es un poco diferente a las demás casas, tiene el tejado azul, no he visto ninguna así en lo que llevo de investigación por el pueblo.
-¿Tejado azul?-dijo abriendo los ojos incrédulo, poco después comenzó a reír-enseguida os harán pintarlo de rojo, créeme, mi casa tenía el tejado grisáceo, muy bonito, dos días tardó el alcalde en venir y decirnos que teníamos que pintar el tejado de un rojo cutre. El señor Fitz tiene una extraña obsesión por la que todo, absolutamente todo, ha de ser idéntico.
-Es patético, con eso sólo consigue que Herecrich sea un pueblo sin personalidad. ¿No sería más bonito que cada uno tuviese la casa como quisiera? Molaría más-cuando dije esto me recordé a mi misma haciendo dibujos en el garaje de mi anterior casa y sonreí.

Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

sábado, 29 de enero de 2011

Capítulo 3

Quien sabe... igual me acababa convirtiendo en una de ellos, con la misma cara aburrida y mi cabello recogido en una coleta, también aburrida.
Salí del coche corriendo hacia la casa. Si iba a quedarme aquí durante mucho tiempo, por lo menos tendría la mejor habitación. Aun que fue muy difícil elegir una habitación que mereciese la pena. Todas estaban pintadas de morado oscuro, lo cual hacía que pareciesen aún más oscuras y tétricas de lo que ya eran.
Me decanté por una que estaba en el segundo piso, lejos de la que habían elegido mis padres que estaba en la primera planta. Era espaciosa, con un gran balcón dando a la calle por la que habíamos venido. “Tendré que darle mi toque personal” pensé.
Bajé las escaleras y me encontré a mi madre metiendo cajas en la casa. Llevaba el pelo recogido en una coleta baja que hacía que se le escapasen unos mechones sobre la frente.
-¿A dónde vas, cariño?-preguntó.
“A escaparme”.
-A mirar el barrio y conocer a mis vecinos.
-Ah, ¿a qué hora vendrás?
“Nunca”.
-No tardaré, mama. Solo quiero ver el barrio, tendré que acostumbrarme, digo yo.
-Bien, quizá conozcas a alguien interesante.
“Sí, como no sea un perro...”
-Claro, hay que ser optimista. Bueno, adiós, mama.
Cerré la puerta y me puse a andar por el barrio sin rumbo fijo. Era fácil perderse, todo era igual, no había ninguna referencia salvo mi llamativa casa, y en cuanto la perdiese de vista, me perdería yo también.
Así que opte por la decisión más madura: salí corriendo con la esperanza de poder volver a mi antigua ciudad.
Tras pasar ver el mismo jardín por tercera vez, di por supuesto que estaba perdida.
“Objetivo logrado, Tayla.”
Estar sola y perdida en un pueblo desconocido tenía sus ventajas, podía pensar tranquilamente sin preocuparme por encontrarme con alguien conocido y tener que fingir una sonrisa durante veinte minutos y hablar del tiempo o los estudios.
Llevaba ya media hora deambulando por las calles de Herecrich, así se llamaba el pueblo sin aparente vida, cuando me detuve al oír un ruido similar al que hace el segundero de un reloj, pero a más volumen de lo normal, al girarme vi a un chico de pelo color castaño oscuro y ojos verdes, también oscuros. Un rizo rebelde le caía sobre la frente haciéndole dándole un aspecto de niño pequeño. Estaba paseando un perro, era un cachorro de pastor alemán precioso que parecía inquieto.
Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.