domingo, 30 de enero de 2011

Capítulo 4

El chico, vestido con una camiseta roja que se le ajustaba ligeramente a su torso, enseñando una ligera musculatura, unos pantalones vaqueros estaban un poco caídos y unas zapatillas Adidas aparentemente nuevas, se agachó hasta poder mirar a su perro a los ojos y le acarició unas pocas veces el lomo, este reaccionó y se tumbó reclamando más muestras de afecto por parte de su dueño.
-Se llama Lucky-dijo de repente- lo encontramos abandonado en la carretera, a poco más y lo atropellamos, su anterior dueño debió cansarse de él. Tuvo suerte, muchos coches pasaron por ahí pero ninguno le rozó. Es un poco inquieto-continuó, mientras sonreía al perrito- pero eso no es nada malo, ¿no? Sólo necesita un poco de cariño, como todos.
Dicho esto soltó la correa de Lucky, sacó una galleta en forma de hueso que llevaba en el bolsillo, se lo lanzó al animal y este salió corriendo en su busca.
No estaba acostumbrada a que fuese otro el que empezase las conversaciones, solía ser yo la que comenzaba a hablar y hablar sin parar hasta que la persona que escuchaba se aburría.
-Sí- susurré- un perrito con suerte- di un paso atrás al ver que Lucky volvía meneando el rabo en señal de felicidad.
-Puedes acariciarlo, no muerde, solo es un poco juguetón.
-No, gracias, prefiero mantener las distancias-retrocedí un poco más al ver que el cachorrillo se acercaba-una experiencia traumática con cuatro años hizo que no me fiase de los perros, son seres vivos, no sabes cómo pueden reaccionar.
-¡Vamos! Porque un perro esté mal educado, no significa que todos lo estén- avanzó un poco hacia mí con Lucky en sus brazos-acarícialo, ya verás, como mucho te pedirá que le acaricies más-esbozó una sonrisa traviesa y dejó al canino en el suelo-debes de ser nueva por Herecrich, nunca veo a nadie cuando saco a pasear a este travieso. ¿Hace cuanto que andas por aquí?
-He llegado hoy, con mis padres. Quería descubrir un poco de este pueblo, pero al parecer, he acabado perdida, y ni siquiera sé el nombre de mi calle-suspiré.
-Aquí las calles no van por nombres, van por números, un poco extraño, lo sé, pero para mí, es más útil, si quieres, te puedo ayudar a encontrar tu casa.
-Quizá, es un poco diferente a las demás casas, tiene el tejado azul, no he visto ninguna así en lo que llevo de investigación por el pueblo.
-¿Tejado azul?-dijo abriendo los ojos incrédulo, poco después comenzó a reír-enseguida os harán pintarlo de rojo, créeme, mi casa tenía el tejado grisáceo, muy bonito, dos días tardó el alcalde en venir y decirnos que teníamos que pintar el tejado de un rojo cutre. El señor Fitz tiene una extraña obsesión por la que todo, absolutamente todo, ha de ser idéntico.
-Es patético, con eso sólo consigue que Herecrich sea un pueblo sin personalidad. ¿No sería más bonito que cada uno tuviese la casa como quisiera? Molaría más-cuando dije esto me recordé a mi misma haciendo dibujos en el garaje de mi anterior casa y sonreí.

Licencia Creative Commons
El reflejo del agua se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

2 comentarios: