jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo 5

-Supongo, yo llevo viviendo aquí unos cuatro años, y nunca he visto una casa diferente a las demás... ¿Dónde se ha metido el travieso?-preguntó refiriéndose a Lucky-siempre se va corriendo y tardo una hora en encontrarle. ¡Lucky! ¡Lucky! ¡Ven, pequeño!
El perro vino corriendo hacia nosotros, dio un salto y el chico le cogió. ¿El chico? Llevábamos unos cuarenta minutos hablando y ni sabía su nombre, así que decidí presentarme yo, para romper el hielo.
-Por cierto, soy Tayla Daniels- le tendí la mano para saludarle y él me la estrechó.
-Lucas Grint. En realidad tengo un segundo nombre, pero nunca lo sabrás-volvió a sonreír y me soltó la mano.
-También yo tengo un segundo nombre- sonreí con picardía- y créeme, no lo sabrás en tu vida. Solo lo pronuncian mis padres cuando están enfadados y gritan mi nombre completo.
Lucas se pasó una mano por la frente intentando colocarse el ricillo rebelde que le molestaba pero no tuvo éxito, pocos segundos después de colocarlo el rizo volvió a caer sobre su frente.
-¡Dios! ¡Qué calor!-exclamó, levantando la voz- es horrible, ni aunque vayas desnudo tienes frío.
-Sí... bueno, si te pasas la mañana persiguiendo a un cucho, supongo que hace calor.
-¿Chucho? Perdona, es de pura sangre-dijo con orgullo-y no es un chucho, es un perrito, un ser pequeño, algo que hemos sido todos.
Fue curioso como dijo esta última parte, lo dijo como si el animal fuese su propio hijo. Parecía una persona muy cariñosa.
-Oye...-dije rompiendo el hielo, ya que habíamos dejado de hablar desde que había dicho esta última frase-tengo que ir a casa, mis padres se estarán preguntando dónde estoy. No hace falta que me acompañes, parece que ya estás bastante ocupado con... Lucky...
Miré a mí alrededor, pero no conseguí localizar a Lucky, parecía que se había vuelto a ir por su cuenta, como yo, a explorar la ciudad.
-¿Lucky?-Lucas miró hacia sus lados sin éxito- ¡Lo ha vuelto a hacer! Es increíble... este chuch...
-¡Aja!-salté señalándole con el dedo- Yo no puedo pero tú sí, ¿no? Vaya con Lucas, deberías saber no es un simple chucho, es un perro de pura sangre, un ser pequeño, algo, que como sabrás, todos hemos sido-sonreí y me retiré el pelo de la cara.
-Anda que... poco has aprendido en el tiempo que llevamos hablando, ¿eh?- sonrió y me miró a los ojos, en todo el tiempo que llevábamos hablando no me había fijado en lo hipnóticos que podían llegar a ser sus ojos verdes- ¿Tayla? ¿Estás ahí?
-¿Eh?-logré articular sin ser consciente de lo que hacía, no podía dejar de mirar sus grandes ojos verdes.
-¡Tayla!-me cogió de los hombros y me sacudió levemente, finalmente reaccioné.
-¿Qué pasa?
-¿Qué qué pasa? Que te has quedado con la mirada fija en mí. Me has asustado, pensaba que te había dado un chungo...
En ese momento Lucky pasó corriendo pero en seguida le perdimos de vista al bajar por unas escaleras. Hice amago de salir corriendo hacia él y no perderle de nuevo pero Lucas me detuvo.

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