jueves, 28 de abril de 2011

Capítulo 13

-No lo sé... Ya no. O eso creo. Hay veces que todavía pienso que siento algo, pero... nunca volverá a ser igual, ni ella, ni la relación que mantendríamos-confesó. Se mordió el labio inferior y me devolvió la jugada-¿Sientes algo por Jake? ¿Fue tu primer beso?
La pregunta me pilló tan de sorpresa que me hizo reír.
-¿Jake? ¡Por favor! No le he vuelto a ver. No me importa donde este. Ignoro su permanencia en la tierra.
Igual había sido un poco dura, pero era lo que sentía por Jake. Le detestaba. Odiaba la forma con la que me conquistó tan rápidamente. Esa sonrisa que le hacía parecer mucho más joven. Sus ojos traviesos.
“Está en el pasado, Tayla” me dije mentalmente.
Estuvimos un rato en silencio. Observando el Reflejo Azul. Cuando metí el bikini en la maleta pensé que no lo iba a utilizar nunca. Suerte que me había cruzado con Lucas. Lucas... un tipo misterioso, pero majo, al fin y al cabo. Me gire para darle las gracias...
¡...pero dónde se había metido!
Genial. ¿Y si era capaz de leerme la mente y sabía lo que había pensado sobre él? ¿Y si en verdad era un asesino y venía a por mí? ¿Y si...?
Mis preguntas internas quedaron cortadas debido a unos capoteos. ¡No sería capaz! Por favor, que no se estuviese bañando.
-¿Tayla?-escuché- estoy detrás del arbusto.
-¿Y qué haces ahí? Pensaba que te habías largado-grité a la nada.
-Una idea tentadora-confesó-pero no, solo quiero bañarme.
¿Iba a bañarse? ¿Y yo qué? Antes siempre llevaba el bikini puesto, a sabiendas de que lo iba a usas en cualquier momento. Deseé haber seguido llevándolo. La verdad era que el agua estaba tan apetecible...
-Métete-me dijo, más como una invitación que como una orden.
-¿Con que? Tengo que volver a casa ¿recuerdas? No puedo ir empapada.
-Bueno... en ese caso...
Se calló. No siguió con su frase. Dejé de oír los chapoteos. Ahora solo escuchaba las pequeñas olas del mar chocando contra la tierra.
-¡Ahh!-grité cuando unos brazos me aprisionaron. Reconocí la pulsera de cuero de Lucas y me relajé un poco, pero no mucho-¿Qué estás haciendo?
-¡Oh, vamos!-contestó, juguetón-dime que no te apetece meterte en el agua.
-Te lo he dicho, tengo que volver a casa sequita.
-Pues... ve en ropa interior, será como verte en bikini. Y, viendo la cara que se te ha quedado al ver el lago, seguro que te pillo por aquí muchas veces en bañador. ¿Me equivoco?
-Te equivocas si piensas que me voy a quedar en bragas y sujetador a solas contigo. Aún no te conozco-reparé en que todavía me estaba sujetando con los brazos-¿Me puedes soltar?
-Tayla, soy tu conciencia-me susurró al oído- sabes que quieres meterte, vamos... Lucas no es un pederasta... no te va a hacer nada. Métete en el agua.
-¡Que gracioso!- aunque no fuese mi pepito grillo, deseaba que lo fuese. El lago me llamaba, me invitaba a bañarme, y no iba a ser descortés. Así que acepté su invitación-vale, pero no mires, vete al agua-le ordené.
-¡Hecho!-aceptó, de buena gana.
Unos segundos después unos pasos se alejaban de mí, y una explosión en el agua resonaba por el lago.
Me acerqué cuanto pude a los arbustos. En ese momento me alegré de estrenar ese día el conjunto de ropa interior a juego que me había regalado mi madre. Era negra, con unas flores blancas. En verdad, parecía un bikini. Y no tenía tan mal cuerpo como para no lucirlo. Tantos años haciendo surf y buceo habían hecho que no tuviese nada de tripa. Me quité los pantalones y la camiseta, los zapatos me los quitaría más cerca, me recogí el pelo en un moño de bailarina un poco deshecho y salí de mi escondite.
-Date la vuelta-le ordené a Lucas.
- Vale.
Me asomé. Estaba de espaldas. A unos cuatro metros pude apreciar la musculatura que anteriormente había cubierto su camiseta. El agua le llegaba a la cintura, dejando ver una fina tira que asumí que pertenecía a su ropa interior. El negro de esa tira hacía resaltar el bronceado de su piel. El deporte que hiciese debía ser al sol. Algo como correr o hacer flexiones en plena calle...
-¿Puedo darme la vuelta?-preguntó, con cierto desdén.
-¡No!
-Tardona-me criticó.
-Mirón-respondí.
Me fui acercando al agua lentamente, dejando que las lenguas de agua lamiesen mis pies. El agua estaba templada. Agaché la mano para rozar el agua, cogí un poco de ella y la extendí por mis piernas, tripa, brazos y hombros. Decidí no mojarme la cara. Cuando consideré que estaba lista para entrar en el lago, comencé a andar. Las pequeñas olas causadas por el viendo impactaban suavemente contra mi cuerpo, haciendo que unos escalofríos me recorriesen el cuerpo.
Tardé unos dos minutos en sumergirme hasta la cintura, y otros dos hasta que, estando agachada, el agua me llegaba hasta los hombros. Mi pelo estaba seco gracias al recogido.
-Vale...-exclamé, un poco avergonzada-ya estoy.
-¡Te ha costado!-Lucas materializó su enfado.
Se dio la vuelta. La camiseta había tapado más de lo que yo esperaba.
A la luz del sol, Lucas lucía un bronceado que envidiaría cualquier caribeño o australiano. Su torso evidenciaba que había hecho bastante deporte durante mucho tiempo; tenía los músculos del vientre muy... ¿ejercitados? Y sus brazos eran fuertes y estaban trabajados. “Pesas” deduje “tiene que ser eso”
-Guau, Campanilla. Estas muy... bien-dudó al decir esta última palabra-¿Qué deportes practicas?
-Practicaba-le corregí- en mi antigua ciudad hacía surf y buceo. ¿Y tú? Algo tendrás que hacer para estar tan... bien.
Lucas se rio al ver que yo había omitido la misma palabra que él hacía unos segundos.
-¿Ir a pasear con Lucky no te parece suficiente?-bromeó.
No había reparado en la ausencia de su perro, y poco me importaba. Mi relación con los animales nunca había sido buena. Todos los que había tenido o conocido me querían morder, perseguir o babear. ¿El mejor amigo del hombre un perro? Solo visto desde un escaparate.
-Me gusta correr, y como nunca hay nadie en casa, me he construido mi propio lugar de entrenamiento. Ya ves, en este pueblucho no hay nada más que hacer. Aunque... igual cambia la cosa ahora que estás tú.
No sabía cómo reaccionar ante sus palabras, así que empujé un poco de agua hacia él salpicándole en la cara y el pecho. Lucas puso un gesto de desaprobación y se lanzó contra mí. Ni siquiera lo vi venir. En un segundo estaba bajo el agua con él aprisionándome con sus grandes brazos.
Cuando salí del agua empecé a escupir, ya que al pillarme por sorpresa me había sumergido con la boca abierta. Miré a mi alrededor: no había nada, mejor dicho, nadie. ¿Y Lucas?
De nuevo, unos brazos me aprisionaron por detrás. Pude sentir una de sus manos en mi vientre, ignoraba la situación de la otra hasta que varios mechones de mi pelo empezaron a caer sobre mis hombros. Su mano me revolvió el pelo, y, usando su fuerza, me sumergió de nuevo bajo el agua. Esta vez no me pillaría; me di la vuelta para mirarle a los ojos y me escurrí de su atadura. Lo último que vi antes de salir a la superficie fue una sonrisa fugaz en el rostro de Lucas.
-Oh, vamos, Campanilla. ¿Tan poco aguantas bajo el agua? Creía que eras mejor.-replicó, con una sonrisilla de arrogancia en la cara.
-Si no me das oportunidad para coger aire es un poco difícil.
-¡Excusas!
Se metió bajo el agua de nuevo. ¡Este chico no paraba quieto! Me cogió por los tobillos. A esas alturas no me sorprendían sus pequeñas travesuras. Pero al contrario de lo que había esperado, que era que me cogiese de un pie para hacerme perder el equilibrio, se plantó a mi lado. Respirando de forma agitada. Posó sus manos en mis caderas y sonrió.
-¡Vaya! ¿No me tiras? ¿Ni me salpicas?
-Empieza a ser aburrido, además, tú no sigues las bromas.
¿Qué no seguía las bromas? Este se iba a enterar. Agarré la coma de sus calzoncillos mientras sonreía para distraerle. Estiré la goma cuanto pude y la solté de golpe.
Lucas abrió la boca, pero no salió ninguna palabra de ella. Cuando la cerró me miró con una sonrisa misteriosa y acercó su cara un poco más a la mía.
-¡Un poco de diversión en Herecrich!-se burló.
-Supongo...
Comenzó a acercarse. ¿Iba a besarme? ¡Si no le conocía ni de cinco horas! ¿Quería besarle? La respuesta era obvia: sí. No me había enamorado de él, solo... era... ¡Qué más daba! Un beso nunca ha hecho daño a nadie, ¿verdad?
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jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 12

-Supongo. El caso es que un día, cuando yo tenía unos... quince años fui a una discoteca de la zona. Ya había estado varias veces, así que conocía más o menos quienes la rondaban. Pero ese día fue diferente.
>>Alice, una amiga, quedó con unos amigos, con lo que fuimos el grupo de cinco amigas con ellos. De entre todos, había uno que destacaba. Su nombre era... Jake-el solo hecho de decir su nombre me quemó la garganta. Me costó pronunciarlo más de lo que había esperado. Lucas, al ver mi atraganto con el nombre, me interrumpió.
-Puedes dejarlo. Creo que me hago una idea de lo que pasó-sonrió de forma pícara, así que, para que no pensase mal, continué.
-No es lo que piensas-aclaré-. Como decía, su nombre era Jake-esta vez me costó menos nombrarle- y desde un principio me fijé en él. Mi amiga hizo que hablase con él. Era un chico muy majo, y guapo. No sé, supongo que bebí algo a lo que no estaba acostumbrada y me puse un pelín alegre. El caso es que, cuando acabó la canción Jake me metió en el baño-al decir esta última frase, Lucas volvió a esbozar esa sonrisa traviesa que le hacía parecer aún más atractivo, si eso era posible- estuvimos hablando un rato de temas triviales cuando Ann, otra amiga, llamó a la puerta del baño para indicarme que era hora de irnos.
-Llegaron las doce para cenicienta-bromeó Lucas. Le ignoré y proseguí.
-Cuando Ann se fue, el se ofreció a llevarme a casa. ¡A casa! En ese momento me pregunté si me iba a coger en brazos y llevarme hasta donde vivía. Pero cuando le iba a preguntar por su edad, me besó. Un beso simple, un solo roce. Lo suficiente para que, una chica de quince años que nunca había besado a nadie le cogiese de la camiseta y le volviese a besar. Me sentí la chica más afortunada del mundo-estaba perdiendo el control, si seguía así, acabaría llorando y quedando como una tonta. Así que respiré hondo y seguí compartiendo con él un pequeño fragmento de mi pasado-, cuando el beso acabó, estaba tan feliz... Volvimos a hablar. Y se retomó la conversación sobre que me iba a llevar a casa.
>>Los dos últimos minutos en los que estuve contenta. Cuando la conversación llegó a su punto más interesante, me enteré de su edad. ¿Te lo puedes creer?-no esperaba su respuesta-tenía dieciocho años. Tres más que yo. La primera vez que beso a un chico, y tiene que ser con uno mayor de edad.
-Vaya... suena... ¿horrible?
-Has dicho horrible como con ironía, explícate- exigí.
-Bueno, vale, fue tu primer beso, pero fue especial, ¿No? Que más da con quien fuese.
-¡No!-le contradije- Sí da más... es decir... yo quería... ¡Ag!-no sabía cómo expresarme- No quería que ocurriese así. Quería que mi primer beso fuese con alguien de mi edad, un año más como mucho. No con un... ¡adulto!
-¿Adulto? No porqué se tengan dieciocho años una persona es adulta. Conozco a muchos que tienen veinte, y no llegan a cinco mentalmente.
-Supongo... quizá llevo años pesando en una tontería. Al fin y al cabo, fue especial.
-Supones bien-concluyó.
¿Acababa ese chico de cambiar mi opinión con un simple comentario? ¿Era eso posible? ¿Con lo cabezota que era? “Será el cambio de aires” me auto convencí.
-Pronto...-pronunció Lucas.
-¿Pronto?-repetí.
-Pronto. Falta poco para llegar al lago.
-¡Genial!-celebré. No me molesté en esconder mi entusiasmo. Lucas me miró con curiosidad, pero se abstuvo a hacer comentarios.
En efecto. Tras unos arbustos que me llegaban a la altura del cuello, y poniéndome un poco de puntillas, pude vislumbrar una pequeña línea azulada. El lago.
Apenas caminamos dos minutos más cuando llegamos al lago.
-Bienvenida al Reflejo Azul- y para dar más dramatismo a su frase, la acompañó con un gesto que me invitaba a avanzar unos pasos para verlo más de cerca.
-Es precioso...
Era verdad. Era perfecto.
El lago tenía un brillo característico. Estaba rodeado de flores, que hacían que el lugar adquiriese un cierto aire mágico, hipnotizante. No podía dejar de mirarlo. Su agua azulada me recordaba a la playa de mi antiguo pueblo. “Por lo menos tengo esto” me reconforté.
Y, aconsejada por el gesto de Lucas, avancé hasta quedarme a dos palmos del agua, que amenazaba con mojarme las zapatillas. No me importaba. Estaba feliz.
El lugar tenía su propia melodía: unos pájaros cantaban alegremente en los árboles y, ocasionalmente sobrevolaban la masa de agua.
Realmente le debía a Lucas una disculpa, había pensado que era un asesino, cuando me había traído hasta este magnífico lugar. ¿Le pediría disculpas? No, al fin y al cabo, no había expresado mis sospechas en voz alta, así que... además, ¿desde cuando se pedía perdón por los pensamientos? Desde nunca.
-¿Te gusta?-Lucas me miraba con atención.
¿De verdad hacía falta contestarle? Era obvio.
-Sí, me gusta- materialicé mi respuesta.
-Dicen que es mágico.
-No les falta razón.
-No es por lo que crees-sentenció- dicen que está embrujado de verdad, que si lo miras fijamente, te vuelves medio tonto. Tonta, en tu caso-se corrigió.
-Quizá eso es lo que les ha pasado a Los Tristes-comenté, distraída.
-¿Los Tristes? ¿Quién?
-Esos-esa palabra era una respuesta completa a la pregunta para mí, pero para él, carecía de sentido, así que continué-la gente como Byron y Alex...
Lucas se estremeció. Seguramente por escuchar el nombre de su ex. Lo lamenté, pero no podía borrar el hecho de haber pronunciado su nombre.
-Perdona, no debería haberla nombrado, ha sido sin querer.
-No importa, hace ya tiempo.
-¿Te puedo hacer una pregunta?-dije con cautela. El afirmó con la cabeza y proseguí, seguramente lamentaría preguntárselo, pero necesitaba saberlo. Quizá no me hablaría después de esto o echaría a correr dejándome sola en el lago, desprotegida, sin idea de saber como llegar a casa. Pero se lo pregunté-¿Sigues... sigues enamorada de ella? ¿Sientes aún algo por ella?-no era una sola pregunta, pero llegados a este punto.
Lucas dejó de respirar un momento debido a que no esperaba la pregunta. Las preguntas. ¿Contestaría?
Permaneció un rato en silencio, respiró hondo y dio respuesta a mi pregunta:
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