jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 8

No es que me sintiese muy orgullosa de mí misma, había quedado como la típica repipi que no sabe ni cruzar un puente sola. Como no quería que pensase en lo ocurrido, decidí sacar un tema de conversación para no ir todo el camino en un incomodo silencio.
-Y dime-comencé- ¿todos aquí son los típicos niños perfectos?
-¿Niños perfectos?-sonrío un poco-buena calificación. Tener personalidad aquí es firmar tu condena a muerte. La verdad es que tengo algo de miedo por ti.
-¿Por mí?-¿Qué podían hacerme a mí esos adolescentes perfectos?-¿Qué es lo que temes exactamente?-estuvo un momento en silencio y luego me contestó.
-Alex.
-¿Alex? ¿Qué pasa con él?-no entendía porque me decía ese nombre como si fuese la mayor explicación.
-En realidad-dio un pequeño salto para no tropezar con un tronco y me tendió su mano de nuevo para ayudarme, me quedé en el otro lado, no me movería hasta que me explicase todo, ese chico parecía ser de los que se iban por las ramas-es una chica, se llama Alexandra, y era mi mejor amiga aquí, pero ellos la cambiaron.
-¿Ellos? Hablas como si hubiese una secta por aquí-finalmente acepté su mano y pasé el tronco.
-Parecido, Tayla, muy parecido. ¿Recuerdas que te he dicho que lo de niños perfectos era una buena forma de definirles?-asentí con la cabeza- pues ellos la cambiaron. Alex era como tú, divertida, risueña, agradable... la conocí cuando vine a Herecrich, ella también se acababa de mudar, así que decidimos conocer el pueblo juntos. Fue la primera vez que vine a el lago, con ella, Alex...
Estaba enamorado de ella, o lo había estado, de eso no cabía duda alguna. De forma algo tonta, sentí celos, sí, celos por esa tal Alex, por haber estado con Lucas, por haber ido al lago con el, por haberle conseguido conquistar... Parecía muy difícil conquistar a alguien como Lucas, era muy cercano, pero de repente se volvía distante. Una personalidad difícil...
-¿Te gustaba?-no controlé lo que dije, pero ya no había vuelta atrás.
-Sí... me gustaba, y mucho. Salimos juntos, un par de meses, hasta el comienzo del curso. Todo antes de eso estaba genial, éramos ella y yo, solos. Ella era perfecta, tenía algo único, nunca una chica me había conseguido conquistar antes... ¡Perdona! Te estoy soltando la chapa. Lo siento-apartó la mirada y respiró profundamente.
-No importa, en cierta forma me hace sentir algo... especial. Siempre soy yo la que lo cuento todo, si necesitas desahogarte, ya sabes, no estoy acostumbrada a ser yo la que escuche, pero puedo hacer una excepción.
Pasamos por un camino que estaba cubierto con tablones de madera, varios árboles se alzaban pareciendo querer desafiar al cielo. Hubo veces que llegué a sentir envidia, si yo tuviese un lugar tan alto, nadie me encontraría...
-Sí, necesito desahogarme con alguien, esto no es algo que se lo puedas contar tranquilamente a tus padres, sobre todo, si tus padres casi nunca están en casa-volvió a respirar profundamente tratando de calmarse-¿Seguro que no te importa?-negué con la cabeza y le sonreí dándole confianza- como ya te he dicho, ella era especial, conseguía que sonriese sin esfuerzo, con solo mirarla a esos ojos color miel mi corazón se volvía loco. Lo hacía todo bien, bailaba genial, cantaba como los ángeles, y dios, como besaba... era increíble lo que conseguía hacerme sentir con un solo roce de sus labios...
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martes, 15 de febrero de 2011

Capítulo 7

-Pues...-seguía sucumbiendo ante esos ojos verdosos- eres majo.
-¿Majo? ¿Solo eso? ¿Nada más? Sinceramente estoy un poco ofendido- seguía tan cerca de mí como antes.
-¿Qué más quieres? Te conozco desde hace un par de horas escasas, ¿pretendías que te soltase un discursito sobre lo mucho que te conozco?
-No, solo esperaba que me hubieses conocido un poco más en dos horas, mira, por estas dos horas sé que eres una chica persuasiva, graciosa, espontanea, que odia a los perros, encantadora e irresistible...
¿Irresistible? Nunca me había clasificado como una chica irresistible, y mucho menos un chico, bueno, sí, uno, pero poco después de decírmelo vomitó sobre mis zapatos nuevos a causa de todo el alcohol que se había metido entre pecho y espalda.
-Perdona, ¿Qué es lo último que has dicho? No lo he oído bien- sí que lo había oído bien, solo quería que lo repitiese y me dijese que se había equivocado.
-¿No has oído bien? He dicho irresistible, eres una chica preciosa, con el pelo rubio oscuro y ondulado, los ojos verdes, y un cuerpo que provocaría un infarto a cualquier chico que te viese. Juraría que te han prohibido ir a la playa para que el hospital no se colapse de infartos.
-Vale, tengo otro adjetivo para ti, eres un conquistador un poco cutre-esta vez sí que conseguí empujarle hacia atrás, lo que me dio más movilidad.
-¿Cutre? Perdona- exclamó con un tono ofendido-me he trabajado los piropos, por lo menos me podrías dar las gracias, chica aventurera.
-Cuando me digas algo que realmente me llegue a la patata, te lo agradeceré-le sostuve la mirada sin darme por vencida.
-¿Patata?
-Sí, corazón, esos “halagos” seguro que se los dices a cualquier chica. ¿Y ahora me enseñas el lago o no?
-Vale, vale, pedorra, pero que sepas que me he retirado yo, no me has empujado, no te creas tan fuerte-volvió a mirarme a los ojos por última vez y comenzó a andar. Cuando vio que no reaccionaba me dijo-¿Ya no te apetece venir, mocosa?
Al decir eso comencé a seguirle por un camino un poco embarrado. Íbamos por un pequeño claro lleno de flores, las había de todos los colores, blancas, rojas, azules...
Cinco minutos después de empezar a andar llegamos a un puente de madera que no daba la sensación de ser muy seguro, pero que Lucas cruzó con toda la tranquilidad del mundo. Yo dudé, era aventurera y todo eso, pero ese puente ni por asomo parecía estable, hubiese preferido cruzar un tronco antes que eso.
Cuando Lucas se giró para ver lo que hacía me vio en el principio de el puente deshizo lo que había andado y vino hasta donde yo estaba, una vez estuvo a mi lado me tendió la mano y me miró a los ojos como diciéndome que le agarrase de la mano. Lo hice. Le cogí de la mano y cruzó el puente conmigo sin decir una palabra, pero cuidando que no me tropezase con nada.
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miércoles, 9 de febrero de 2011

Capítulo 6

-Tranquila-dijo encogiéndose de hombros- debí haberlo supuesto, va al lago, le encanta ir.
-¿El lago? Ignoraba que hubiese uno, la verdad.
Lucas se mordió el labio inferior y miró hacia las escaleras por las que acababa de bajar su perro.
-Yo... te llevaría gustoso al lago, es un sitio precioso, y muy romántico... –dijo esto bajando tanto la voz que dudé de que hubiese dicho eso- pero, tienes que irte a casa, así que... nada, voy a por Lucky.
Se fue hacia las escaleras pero tenía demasiada curiosidad como para dejarlo ir sin saber dónde estaba el lago, así que corrí hacia él, bajé las escaleras, las cuales estaban tan desgastadas que por poco acabo dándole un abrazo al suelo.
Cuando baje las escaleras busqué a Lucas por la zona, pero no había rastro de él, por lo que me di la vuelta dispuesta a subir las escaleras parecidas a una trampa mortal, pero antes de que pudiese llegar al cuarto escalón, alguien me llamó. Al momento reconocí la voz de Lucas, y después una carcajada suya.
-¡Vaya, que rápido te das por vencida! Te había tomado por una chica que no se da por vencido tan rápidamente, ya veo que me he equivocado...
Se metió las manos en los bolsillos de su pantalón y respiró profundamente. Realmente ese chico era guapo, tenía ese aire de persona que lo sabía todo pero no soltaba prenda nunca. Y además tenía el pelo rubio y rizado, algo que siempre me había atraído. Los chicos con ojos claros me resultaban terriblemente misteriosos, y los suyos estaban rodeados por unas largas pestañas que los enmarcaban. Y el cuerpo que tenía era un plus, los brazos musculados pero no demasiado, y el pecho ejercitado. No cabía duda de que hacía más ejercicio aparte de pasear a su perrito por todo el pueblo.
-Bueno... la verdad... no creo que me esperen hasta dentro de un rato, así que... –intenté hacerme la coqueta retirándome el pelo que se me había vuelto a poner en la cara- puedes llevarme al lago. Tengo mucho interés en verlo.
-No sé yo... no pareces muy convencida.
-¿Qué tengo que hacer para que me creas? ¿Jurártelo sobre mi futura tumba o alguna cosa chunga de esas?
-Se me ocurren muchas cosas mejores que podría demostrármelo, pero la verdad, no quieres saberlas... –se acercó a mí y volvió a clavar su murada en mí, sonrió pícaramente y se acercó un poco más- Tayla... ya sé que acabo de conocerte, y créeme, yo no suelo hacer este tipo de cosas en la primera cita, pero...
-¿Pero?-pregunté totalmente hipnotizada.
-Pero deberías saber que...
-¿Qué?- odiaba tener que sacarle las palabras con sacacorchos.
-Pero... quería decirte que...
-Lucas, me estás frustrando, dímelo- le contesté de una vez.
-Deberías saber que tienes unos ojos preciosos-me ruboricé cuando dijo esta primera parte, pero lo fastidió con la siguiente- pero me dan un poco de yuyu.
-¡Oh!-exclamé sorprendida, la verdad, esperaba que hubiese parado en la primera parte, hubiese sido perfecto, pero no- vaya... gracias, nunca me habían dicho que mis ojos daban miedo y a la vez eran preciosos todo en una frase.
-Sí, supongo, ya me iras conociendo, tenemos todo un curso.
-¿Todo un curso?
-Sí, todo el curso, tienes 16 años, ¿no? Yo tengo 17, los cumplí ayer.
-¡Guau! ¡Qué orgulloso debes de estar!-me vino un recuerdo a la cabeza y no pude evitar decirlo en voz alta- me recuerdas a esos niños de cinco años que ya van al baño solos y que dicen con mucho orgullo a sus compañeros: “¡Ya soy un nene grande!”-justo después de decir esto no pude reprimir una sonora carcajada.
-Vaya, vaya, así que la mocosa se cree muy mayor, ¿eh?- me cogió de la cintura y me empujo hacia la pared, puso sus brazos de forma que no pudiese escapar, acercó su cara a la mía y me miro otra vez con esos grandes ojazos- deberías saber que muy seguramente compartamos curso, y que soy popular, muy popular, por lo tanto, no te conviene llevarte mal conmigo, será lo mejor, Tayla.
-Y yo creo...- dije poniendo mis manos en su pecho intentando empujarlo hacia atrás pero no sirvió de nada, así que me crucé de brazos y seguí con mi frase- creo que eres el típico deportista que se lleva bien con todo el mundo, pareces un hermano mayor- entrecerró los ojos y siguió mirándome esperando a que dijese algo más, y por supuesto que tenía algo más que decir- aparte, no me das ningún miedo.
-¿No? ¿Y entonces qué sensación te produzco?-se acercó aún más a mí.
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sábado, 5 de febrero de 2011

Darkness

La oscuridad es tu mayor enemigo, como un monstruo, dispuesto a atacarte al menor signo de debilidad, escondido, invisible, el más tramposo, el depredador más sigiloso. Eres vulnerable, no puedes ver, ante ti, puede estar el peor de tus temores, mirarlo a los ojos, y no darte cuenta de cuan cerca estas de tu destino. Nunca sabes que pasará, es impredecible, lo único que puedes hacer es mirar a tu alrededor y rezar por que hoy sea la noche que te perdone, te deje con vida, y te permita escapar de él.
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jueves, 3 de febrero de 2011

Capítulo 5

-Supongo, yo llevo viviendo aquí unos cuatro años, y nunca he visto una casa diferente a las demás... ¿Dónde se ha metido el travieso?-preguntó refiriéndose a Lucky-siempre se va corriendo y tardo una hora en encontrarle. ¡Lucky! ¡Lucky! ¡Ven, pequeño!
El perro vino corriendo hacia nosotros, dio un salto y el chico le cogió. ¿El chico? Llevábamos unos cuarenta minutos hablando y ni sabía su nombre, así que decidí presentarme yo, para romper el hielo.
-Por cierto, soy Tayla Daniels- le tendí la mano para saludarle y él me la estrechó.
-Lucas Grint. En realidad tengo un segundo nombre, pero nunca lo sabrás-volvió a sonreír y me soltó la mano.
-También yo tengo un segundo nombre- sonreí con picardía- y créeme, no lo sabrás en tu vida. Solo lo pronuncian mis padres cuando están enfadados y gritan mi nombre completo.
Lucas se pasó una mano por la frente intentando colocarse el ricillo rebelde que le molestaba pero no tuvo éxito, pocos segundos después de colocarlo el rizo volvió a caer sobre su frente.
-¡Dios! ¡Qué calor!-exclamó, levantando la voz- es horrible, ni aunque vayas desnudo tienes frío.
-Sí... bueno, si te pasas la mañana persiguiendo a un cucho, supongo que hace calor.
-¿Chucho? Perdona, es de pura sangre-dijo con orgullo-y no es un chucho, es un perrito, un ser pequeño, algo que hemos sido todos.
Fue curioso como dijo esta última parte, lo dijo como si el animal fuese su propio hijo. Parecía una persona muy cariñosa.
-Oye...-dije rompiendo el hielo, ya que habíamos dejado de hablar desde que había dicho esta última frase-tengo que ir a casa, mis padres se estarán preguntando dónde estoy. No hace falta que me acompañes, parece que ya estás bastante ocupado con... Lucky...
Miré a mí alrededor, pero no conseguí localizar a Lucky, parecía que se había vuelto a ir por su cuenta, como yo, a explorar la ciudad.
-¿Lucky?-Lucas miró hacia sus lados sin éxito- ¡Lo ha vuelto a hacer! Es increíble... este chuch...
-¡Aja!-salté señalándole con el dedo- Yo no puedo pero tú sí, ¿no? Vaya con Lucas, deberías saber no es un simple chucho, es un perro de pura sangre, un ser pequeño, algo, que como sabrás, todos hemos sido-sonreí y me retiré el pelo de la cara.
-Anda que... poco has aprendido en el tiempo que llevamos hablando, ¿eh?- sonrió y me miró a los ojos, en todo el tiempo que llevábamos hablando no me había fijado en lo hipnóticos que podían llegar a ser sus ojos verdes- ¿Tayla? ¿Estás ahí?
-¿Eh?-logré articular sin ser consciente de lo que hacía, no podía dejar de mirar sus grandes ojos verdes.
-¡Tayla!-me cogió de los hombros y me sacudió levemente, finalmente reaccioné.
-¿Qué pasa?
-¿Qué qué pasa? Que te has quedado con la mirada fija en mí. Me has asustado, pensaba que te había dado un chungo...
En ese momento Lucky pasó corriendo pero en seguida le perdimos de vista al bajar por unas escaleras. Hice amago de salir corriendo hacia él y no perderle de nuevo pero Lucas me detuvo.

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