viernes, 24 de junio de 2011

Capítulo 16

Ey, ey, ey!!!!
Siento haber tardado tanto, la verdad, estoy liadísima y se me va la cabeza. Bueno, a lo que iba... este capítulo no es muy largo, entre otras causas porque lo reescribí de nuevo ya que no me convencía demasiado... así que... lo siento, pero es todo lo que tengo. Me vais a tener que perdonar si hasta julio no publico algo, pero en cuanto pasen unos días, estaré totalmente libre!
Por cierto, muchas veces he pensado en hacer algo así como... no sé, cosas distintas... usar este blog no sólo para que leais mi historia (cosa que me encanta), sino para, también, enseñaros otras cositas. Os mantendré informad@s!
Gracias, en serio, por entrar en mi página, recordad que con los comentarios se mejora! No os voy a comer ni nada, acepto las críticas ;D
Os dejo mi página de preguntas, aunque la teneis a la derecha: http://www.formspring.me/airplane1993
Sentiros libres de preguntarme lo que querais, si¿?
Un beso, os dejo con el capítulo 16.

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Genial. Ni me había fijado en la numeración de mi calle.
Empecé a pasear mientras me ponía mi camiseta azul, tuve que pararme para ponerme los zapatos, me apoyé en una farola grisácea, justo en frente de esta, otra farola aparecía, de forma totalmente simétrica. Era una perfección obsesiva.
Un perro corrió atravesando la calle, lo reconocí, era Lucky, la mascota de Lucas. Seguramente se habría perdido, como yo, normal, con estas calles, todas iguales, ¡quién se iba a aclarar!
-Lucky, vuelve aquí.
“Oh, oh...” pensé. La voz de Lucas se acercaba junto con sus pasos, seguía repitiendo la frase sin resultado alguno, ya que el canino no retrocedía, solo se paraba para ver si su dueño iba por detrás y continuaba corriendo.
Pude ver a Lucas cuando cruzó la esquina. Llevaba puestos los pantalones y los zapatos, pero la camiseta la llevaba apoyada en un hombro. Su cabello estaba todavía húmedo y un ricillo rebelde caía en su frente, haciéndole parecer más pequeño e inocente... ¡Inocente! Después de hablar con Alex esa palabra era la última con la que le describiría. Me había mentido, si había conocido a Alex hace cuatro años, eso supondría que este tendría catorce, ¿Con catorce años...? No. Imposible. Eran unos bebés. O Alex me había mentido, o esos dos se habían conocido hace menos años seguro.
Decidí no mirarle, solté el pelo recogido con la esperanza de que no me reconociese. Era lo que hacía en clase para que no me preguntasen la lección, y la mayoría de las veces funcionaba, salvo con mi profesor de lenguaje, que me tenía fichada desde el día que le corregí en clase cuando me estaba gritando por, en su opinión, no saber la respuesta correcta.
-¡Tayla!-gritó Lucas alegremente- Tenemos que hablar.
-No sé de qué-contesté, haciendo el amago de seguir adelante, pero Lucas fue más rápido, me cogió por el brazo y me impulsó hacia él. Intenté resistirme, pero su fuerza superaba, y mucho, a la mía.
-Te he visto hablar con Alex-me acusó.
-¿Y? Tú no me monopolizas, puedo hablar con quien yo quiera.
-Dime que te ha dicho-exigió.
-Nada-hice una pausa y continué, mirándole fijamente a sus ojos verdes-solo me ha contado lo bien que os lo pasabais en el lago. Ya sabes, la pregunta de Byron sobre la descendencia tenía sus motivos-le recordé las palabras de Byron y repetí la pregunta-¿Tantas ganas tienes de tener descendencia, Lucas?
Me devolvió la mirada, estaba claramente enfadado. Me acercó aún más a él, empezaba a hacerme daño en el brazo pero no lo confesé.
-No pasó lo que crees.
-¿No? ¿Con cuantos años, Lucas? ¿Catorce? ¿Quince tal vez?-intenté adivinar.
-Dieciséis-confesó.
-Entonces la conociste el año pasado, no hace cuatro, como me habías contado.
-Sí-traté de zafarme de él, pero me retuvo-Tayla, escucha, no quería contártelo por que sabría lo que pensarías. Podemos... volver a empezar-comenzó a acercarse a mí, con intención de besarme de nuevo.
Alejé mi rostro del suyo. ¿Empezar de nuevo? Ok, pero no sin antes algunas respuestas.
-¿Es cierto lo que me dijo Alex?
-Depende de qué te dijo.
-¿Te has acostado con ella?-pregunté, azorada.
Respiró hondo y contestó:
-Una semana antes de empezar las clases, sí.
-¿Cuánto llevabais saliendo juntos?
-Apenas dos meses.
-¿Dos meses? Genial.
-No cometeré ese error dos veces, Tayla. Sé esperar, vamos, empecemos de nuevo. ¡Qué más da lo que digan Alex y Byron!
-¿Qué somos, Lucas?-levanté mis cejas retándole a contestar.
Una suave brisa removió mi cabello, Lucas lo puso de nuevo en su sitio con ternura.
-Te refieres a si somos novios, amigos, compañeros, vecinos...-afirmé con la cabeza- no tengo ni idea. Creemos nuestras propias reglas. Podemos ser amigos-propuso-Amigos con derecho a roce.
-¿Amigos con derecho a roce?-repetí- Estás de coña, ¿verdad?
-Yo...
-¡Estás totalmente desesperado¬!-grité, con una sonrisa en la cara.
-¡No! No lo estoy. Ellos... los tristes... te convertirán en una de ellos. ¿Por qué no disfrutar mientras podemos?-se encogió de hombros.
Empecé a caminar de nuevo enfadada. No sabía porqué le había besado, pero no era por amor, ni mucho menos. Quizá esas ganas de llevarle la contraria a Byron. Una declaración de rebeldía hacia este pueblo y sus personas que no había podido demostrar con mis padres.
Giré a la derecha, aunque todo continuaba siendo igual. Lucas me seguía, muy alejado de mí, pero estaba ahí. Podía oír a su perro. Intenté ignorarle con todas mis fuerzas, si tenía que estar dos horas dando vueltas hasta llegar a mi casa, lo haría. Y si él me seguía, bueno, pues bien por él, no me importaba.
-¿Hasta cuando me vas a ignorar, Tayla?
Continué mi camino sin mirar atrás, sabía que estaba sonriendo, lo sabía. Esa sonrisa irresistible.
Pensándolo bien, no entendía el porqué de el beso. Vale, sí, había estado bien, pero nada más. Lucas solo podía llegar a ser un amigo para mí, y ni eso. Ahora, cada vez que le viese, pensaría en el momento en el que nos besamos en el lago. ¡Ugg! ¡Qué frustrante!
-Te recuerdo que no he sido yo el que ha dado el primer paso para ese beso. Te intenté detener, recuérdalo.
¿Recordarlo? Sí, lo recordaba. Estúpida yo, que no le había escuchado. “No quiero que me beses en respuesta a Byron” Esa frase se repetía en mi cabeza todo el rato. ¿Por qué demonios la ignoraría? Si la hubiese escuchado nada de esto hubiese ocurrido.
-¡Vamos! Es obvio que no vas a encontrar tu casa, yo ya sé donde está. La he visto.
Esta vez no le ignoré. Pero mi enfado se vio reflejado en mi gesto cuando me giré hacia él. Lo supe al ver que retrocedía ante mi avance.
-¡Cállate! Sé hacer las cosas sola. Si me tiro dos días dando vueltas por este pueblucho infernal al que supongo que consideras hogar, lo haré, no necesito de tu ayuda.
-No tienes ni idea, Tayla. ¿Te crees que me gusta este pueblo? ¿Qué me siento como si fuese mi hogar?
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martes, 14 de junio de 2011

Capítulo 15

Estaba temblando, no sabía si por el frío o porque acababa de estropear la relación con la única persona que podría ser mi amiga en Herecrich.
Corrí todo lo que pude hasta llegar a las escaleras sin fijarme que tenía todos los pies embarrados y algunas salpicaduras en las piernas. Me senté en una de las escaleras y, mientras sollozaba, recogí de nuevo mi pelo en un moño alto. Me recosté dejando que el sol me calentase la piel y, con suerte, borrase cualquier indicio de mi contacto con el agua y... con Lucas.
Estando al sol, todos los problemas me parecían menores. Cerré los ojos y mi imaginación voló, como solía hacer. ‘Una chica lista pero distraída’ decían mis profesores siempre. Cuando me quise dar cuenta, estaba pensando en mi querida playa, recordaba ese día a la perfección. Llevaba el pelo recogido en una coleta alta y el viento había arrancado unos pocos mechones de ella. Estaba encerando mi tabla de surf de la suerte, era azul con unas nubes pintadas. La arena me rozaba la parte baja de mis piernas; el neopreno era de verano, azul y negro, mi bikini favorito asomaba por el cuello, me lo regaló mi mejor amigo, Mike, mi Mikey.
Las olas eran perfectas, y, lo mejor de todo, apenas había algún surfista en la zona dedicada a la práctica de ese deporte. Cogí mi tabla y me lancé al agua. Estaba feliz, como siempre que hacía surf, me reía sin motivo, sin duda, de haber estado conmigo otra persona hubiese pensado que estaba loca.
Me gustaba ir a la zona derecha, nunca había nadie, aunque ese día, no había casi nadie en ninguna zona. Recordé estar remando para coger una ola, y después, solo había agua a mi alrededor, yo giraba sobre mí misma sin control, arrastrada por la fuerza de las olas, que me empujaron contra unas rocas que siempre evitaba al bucear por lo afiladas que estaban. Sentí como una de sus puntas se acercaba a mí y me acariciaba la espalda para luego clavarse en mi pierna izquierda. No sentí los cortes hasta que salí a la superficie, cogí aire y empecé a patalear para no volver a hundirme. Lo último que vi fue una lancha amarilla de salvamento dirigiéndose hacia donde yo estaba.
Cuando desperté estaba tumbada en una camilla con mis padres a ambos lados. La habitación era blanca con una amplia ventana con vistas a la playa que se veía lejana y borrosa. Siempre he odiado la blancura de de los hospitales, da la impresión de que mediante esa siniestra capa de color intentan ocultar las barbaridades que se han llegado a cometer, tantas imprudencias y errores sin castigo.
Desperté de mi sueño cuando escuché unos pasos acercándose. Lucas. Seguro que era él. ¿Qué sentido tenía seguir en el lago solo? Me puse los pantalones lo más rápido que pude, pero no me dio tiempo a ponerme la camiseta ni los zapatos antes de ver a la persona que se dirigía hacia mí.
Era una chica de piel pálida y ojos azules que contrastaban con el color de su cabello, negro recogido en una coleta fuertemente agarrada. Vestía con una camisa negra ajustada y unos pantalones del mismo color e igual de ajustados, sus bailarinas eran grises. No tenía ni una gota de maquillaje en su cara, la cual estaba totalmente libre de algún indicio de acné. “Perfecta” pensé. Fácilmente podía hacerse pasar por la hermana de Byron, si no lo era ya.
Se plantó frente a las escaleras y apoyó una de sus manos en la barandilla que había al lado de estas. Comenzó a hablar conmigo:
-Te he visto en el lago.
-¿Porqué no me sorprende?-contesté, con sorna-En este pueblucho la costumbre de espiar a los vecinos está muy arraigada. ¿Os enseñan eso en clase?
-No-dijo, quedamente-en clase nos enseñan a ser respetuosos con el prójimo, al contrario de lo que estás haciendo tú.
-Tú has empezado, mirándome a escondidas. Por lo menos el tal Byron ha tenido el valor para dar la cara-le reproché.
-¿En serio, Tayla?-me preguntó-¿Lucas? ¿No está muy visto eso de ir liándote con el guaperas de turno? ¿Era como cuando me besaba a mí?-volvió a preguntar, pude atisbar cierto grado de envidia en su tono-A mí también me llevaba al lago, pero no eran simples besos lo que compartíamos-alzó las cejas, desafiándome a contestarle a sus palabras.
-No soy de esas que van arrastrándose por un tío. Hay muchos niños en el mundo, no creo que mis servicios sean requeridos para aumentar más la población. No saldré en esos programas de chicas que se han quedado embarazadas antes de la mayoría de edad.
Ese tema de quedarme embarazada me daba fobia desde que mi madre había hablado conmigo para explicarme de donde venían los bebes...
-Tu auto control ha quedado demostrado en el lago. Lucas no te conviene, Tayla, créeme. Solo te va a utilizar para conseguir lo que él quiera. Va de chico malo y...
-Ya sé, ya...-la interrumpí-es el chico malo que luego se vuelve monótono y bla, bla, bla... Byron me ha soltado el discursito.
-Byron solo intentaba detenerte. Sentir algo por Lucas está mal.
-Celos de una ex novia-deduje-¿qué pasa, Alex? ¿Tienes miedo de que se olvide de ti? Noticias frescas, cortasteis hace ya mucho, se ha olvidado de ti y de lo que representas.
-No eres diferente a como era yo-me pinchó Alex- yo también hice lo que tú. No eres la primera que se baña con él en ropa interior.
-Y sin ella, ¿no?-contraataqué.
-¿Para qué negarlo?
-No, gracias, no soy tan...-me abstuve de llamarla lo que tenía pensado-no necesito acostarme con un tío para sentirme completa.
-Todos van por eso-continuó- Lucas es como ellos. ¿Qué crees que hubiese pasado de no haberos interrumpido Byron? No es tan inocentón como parece.
-Estás celosa-sentencié- si quieres alguna explicación, exígesela a Lucas y no a mí.
-Yo no hablo con esa clase de personas-dijo, con tono de superioridad como había hecho Byron al darme a elegir entre su “buena vida” o la de Lucas.
-Me piro. Gracias por tus amables consejos y advertencias, los tendré en cuenta.
-Vamos, Tayla, los rumores vuelan, en una semana todos sabrán que eres el nuevo fichaje de Lucas. ¿Cómo crees que sé tu nombre? Chismes, rumores... llámalo como quieras.
-Que piensen lo que les dé la gana. Me voy a casa.
-Busca el tejado azul, se ve a km a la redonda-gritó cuando estaba a más de cinco metros de ella.
Me alejé por la primera calle que encontré. Un ocho de color dorado estaba pintado en la pared. Ya me lo había advertido Lucas, las calles iban por números y no por nombres.
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