lunes, 7 de marzo de 2011

Capítulo 9

-Sí, se cómo se siente-dije al recordar a Jake, mi anterior y único novio, mi mayor error.
Tenía 15 años y solía ir de fiesta con mis amigas a una conocida discoteca de mi anterior ciudad. Recuerdo exactamente cómo iba vestida, llevaba unos leggins de vinilo y un vestido negro que se ajustaba a la cintura y caía hasta por encima de las rodillas, llevaba unos zapatos con algo de tacón que hacía que mis piernas pareciesen más largas, el pelo rizado y los ojos ligeramente resaltados con sombra rosa.
Cuando íbamos para la discoteca una amiga, Alice, nos comentó que un grupo de amigos suyos iban a ir a la misma discoteca, con lo que decidimos juntarnos a ellos. Eran siete chicos, dos más que nosotras, todos bastante guapos, pero había uno que sobresalía de entre los demás. Jake. Tenía el pelo negro y los ojos azules, lo cual provocaba un gran contraste, vestía de un modo normal, no como sus amigos, que parecían haberse pasado horas frente al espejo, llevaba unos vaqueros desgastados, unas playeras normales y una camiseta de color azul eléctrico. En cuanto le vi, me quedé prendada de sus ojos.
Una vez en la discoteca nos pusimos las cinco chicas en un lado y comenzamos a hablar de lo que nos parecían nuestros nuevos acompañantes y a mí no se me ocurrió otra cosa mejor que decir que el chico de ojos azules me parecía guapo. Al oírlo Alice me contestó:
-¿Quieres algo con él? Porque te lo consigo.
Y sin darme tiempo a responder ella ya estaba hablando con Jake y señalándome. Unos minutos después Jake venía hacia mí con dos vasos de ginebra. Comenzamos a hablar y me di cuenta de que era un chico majísimo, o eso pensaba yo. Cuando ya eran las dos de la mañana yo estaba algo cansada, ya que al no moverme, me estaba quedando atontada, así que Jake me cogió de la cintura y me sacó a bailar una de las que eran mis canciones favoritas, bastante movida.
Nunca supe si era que el chico realmente me atraía o la ginebra, pero me parecía muy guapo, además de interesante y encantador. Poco a poco y sin que yo me diese cuenta me fue acercando a los baños, y en un momento que tubo me cogió de la mano y nos metimos en uno de los baños de la discoteca.
No era lo que parecía, solo estuvimos hablando durante... 3 horas... Cuando mi reloj marcó las cinco y media de la madrugada Ann tocó suavemente la puerta y entró.
-Es hora de irnos, Tayla-y cerró la puerta rápidamente.
-Sí, claro. Gracias Ann-contesté cuando ya había cerrado la puerta-bueno...-proseguí- tengo que irme, entre que reúno a las chicas y vamos a casa...
-Puedo llevarte-se ofreció.
-¿Llevarme? ¿Cómo? ¿Me vas a llevar en brazos hasta casa?
-No-se rió- tengo el coche muy cerca.
-¿El coche?-le pregunté-¿Qué, has falsificado el carné?
-¿Falsificado?-volvió a reírse-¡Pues claro que no! ¿Qué clase de chico crees que soy?
-Pues... ¿Uno que nada más conocer a una chica la mete en el baño de la discoteca?-levanté las cejas mirándole desafiante.
-Mal pensada-se acercó a mí y posó sus manos en mis hombros-me... parece que... me gustas, Tayla, y aunque creo que esto no es algo normal, no quiero que perdamos el contacto-poco a poco sus manos se iban bajando desde mis hombros, entonces me volví a poner nerviosa. Acercó su rostro al mío y posó sus labios sobre los míos solamente un instante. No me lo creía, mi primer beso, en el baño de una discoteca. Justo cuando se estaba separando le agarré de la camiseta y le atraje de nuevo hacía mí. Le miré a los ojos un momento y volví a juntar nuestros labios. Esta vez no fue un simple roce como el anterior, no, fue mucho, mucho, más intenso. El movía sus labios frenéticamente contra los míos, yo hacía lo mismo. No sé cuanto tiempo estuvimos así, unos pocos minutos supongo, pero los suficientes para que mi corazón empezase a latir con más fuerza de lo que lo había hecho nunca.
-Tengo que irme-dije, haciendo un esfuerzo sobrehumano al no juntar mis labios a los suyos de nuevo- mis amigas me estarán esperando.
-Sí- respondió, con la voz entrecortada y respirando con dificultad- te lo vuelvo a decir, puedo llevarte en coche.
-Espera, ¿cuántos años tienes, Jake?
-Yo...- se puso rojo- tengo... dieciocho años, sí, ya lo sé, parezco más joven... ¡pero no es mi culpa!
-¿Y no me lo podías haber comentado desde el principio?
-¿Comentarte que tengo dieciocho años? ¿Qué pasa? ¿Te avergüenzas de tu edad?
-No, no da vergüenza decir que tengo quince años, y que estoy en una discoteca que normalmente frecuenta la gente de esa edad.
Me empezaba a cabrear. ¿Dieciocho años? Por favor, pero si yo parecía mayor.
-¡Tienes quince años!-no era una pregunta- Alice me dijo que tenías mi misma edad.
Como no, Alice, la típica chica que para conseguir lo que quiere hace de todo y más. En este caso, mentir sobre mi edad.
-Yo... lo siento, Jake. Esto ha sido un error. Me ha encantado conocerte y bueno... lo de después también, pero no puede volver a repetirse.
-Supongo que no. Me ha gustado-le miré de forma extraña-el beso, digo. Besas muy... bien. Con lo guapa que eres habrás besado a muchos chicos.
Vamos, que básicamente estaba diciendo que me aprovechaba de mi físico para ir besando a todos los chicos que se me ponía por delante. Con menuda joya me había juntado.
-En realidad-en mi tono se podía advertir el enfado- es la primera vez que beso a un chico. Talento natural, digo yo-abrí la puerta y me marché.
Esa había sido mi mayor relación con un chico en toda mi vida. Claro que luego había besado a otros, pero habían sido dos, y en discotecas, ni siquiera me acordaba de sus nombres.

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